Madrid. Leo Messi resolvió la ida de semifinales de la Liga de Campeones en un partido volcánico, caótico, polémico, repleto de estrés, tensión y odio, que da ventaja al Barcelona para el partido de vuelta donde se decidirá el finalista que irá a Wembley el 28 de mayo. Una rigurosa expulsión de Pepe envolvió de nuevo un ambiente irrespirable, que sólo Leo Messi, con su talento supo aprovechar.
Ni Real Madrid ni Barcelona optan este año al premio al Juego Limpio de la UEFA. Eso seguro. El partido fue un accidente, que acabó con tres expulsados (Pinto, Pepe y Mouriho). Dos de ellos sin estar en el césped. El Real Madrid nunca quiso el balón. José Mourinho lo tuvo claro desde el inicio. Fue a por el 0-0. Sin complejos. El Barcelona batió un nuevo récord de posesión de la pelota. En algunos momentos, con el 82 por ciento, cifra jamás vista en el Bernabéu.
Puyol fue titular. Siempre dispuesto a jugar donde sea. Le tocó en el lado izquierdo. Cumplió Mascherano de central al lado de Piqué. Cristiano apenas si entró en juego. Hubo un momento incluso que se enfadó con aspavientos con sus compañeros porque nadie presionaba la salida del balón de Piqué. El entendió que se fajó en solitario.
Sin embargo, el Barça, a pesar del dominio, llegó poco al portal de Iker. Un eslalon de Villa a los diez minutos, una buena acción de Xavi a los 25. Y poco más, en la faceta ofensiva.
Hubo miedo, respeto, y nada de fútbol. Una decepción de partido. Hasta la recta final del primer tiempo que el encuentro se convirtió en un volcán, en un barullo, en un caos, que acabó con tánganas continuas. Wolfgang Stark, el árbitro, al pitar el descanso se encontró con una pelea callejera en la boca del túnel, que acabó con la expulsión de Pinto.
Tras este parte de guerra, curiosamente, el Real Madrid volvió a sentirse cómodo en el lío. En el segundo tramo, Mourinho dio su primera vuelta de tuerca. Mandó a la ducha a Ozil. Entró Adebayor. Fue su apuesta invernal. Y en un momento clave como una semifinal europea, tenía que tener su papel. Buscaba velocidad Mourinho, en un envite donde Pepe, volvió a ser el mediocentro avasallador del Clásico disputado en Liga. Su objetivo siempre fue Xavi. Con el trivote de Mourinho -Lass, Pepe, Xabi-, fue éste último, el gran perjudicado en la elaboración.
Mejoró el Real Madrid. Adebayor le puso pasión al juego. Ozil anduvo muy frío. Apretó, presionó e intimidó Adebayor a Víctor Valdés. El Clásico derivó en un escándalo permanente ya al decidir el colegiado expulsar a Pepe. Fue por una entrada a Mascherano. Excesivo castigo a Pepe, polémica determinación que podría haber sido resuelta seguramente con una cartulina amarilla.
El Real Madrid, con diez, no pudo aguantar y se fue del partido. Afellay,se fue de Marcelo y puso un balón de oro a Messi, que no desaprovechó. Ahí acabó el partido. Leo Messi, en la recta final, dejó su tarjeta de visita con un soberbio gol en acción individual. El Clásico seguirá en las salas de prensa durante toda la semana.