MADRID. Con la colaboración del escritor Josep María Pinto, Edurne Pasaban (Tolosa, 1973), resume en el libro lo que ha supuesto subir los 14 ochomiles de la tierra, sus miedos, sus amores, y el coste personal que ha supuesto su hazaña en el Himalaya.

"El coste personal ha sido muy grande, ya que para conseguirlo he tenido que dejar muchas cosas de lado y he pagado con problemas personales, pero puedo decir que ha merecido la pena", señaló Pasabán en la presentación del libro que tuvo lugar en Madrid.

La primera experiencia en el Himalaya no tuvo el premio esperado, pues Pasaban no coronó el Dhaulagiri. Fue una historia de amor con un alpinista italiano, lo que le hizo regresar a dicha cordillera, la que le dio todo en lo deportivo y le quitó algunas cosas en lo personal.

En 2006 pasó uno de sus peores momentos. Sus miedos más íntimos la condujeron durante cuatro semanas a un centro psiquiátrico y a un intento de suicidio.

La muerte, dentro y fuera de la montaña, "siempre está presente", aunque no se habla de ella, "si no, no iríamos a la montaña".

Próximamente se marchará al Everest, a coronar la cima del techo del mundo sin oxígeno. Otra despedida y otro objetivo de volver "de una pieza".

"Cuando me despida de mis padres y de mis amigos en el aeropuerto, pensaré que lo principal será volver para disfrutar de vacaciones e irme a la playa. Si piensas en la muerte no subes al avión", explicó.

Retar al gran coloso sin oxígeno no es la principal preocupación de Pasaban. "La principal dificultad será evitar las congelaciones", declaró, a la vez que señaló como otra complicación la masificación en "la morada de los dioses", donde un alpinista de una expedición comercial que ocupe una arista en un momento determinado podría retrasar el ascenso de Pasaban, con el consiguiente riesgo de sufrir congelaciones.

Pasaban ha cumplido su reto personal de "poder vivir de la montaña", su pasión desde niña. Actualmente, dando conferencias y escribiendo libros, puede vivir de su afición.

La alpinista vasca admite que físicamente no es "igual que un hombre", pero deja claro que las "mujeres se adaptan a todo". "Somos luchadoras y sufridoras, y además somos muy cabezonas y conseguimos todo lo que nos proponemos", recalcó.

Sobre si hay dopaje en el alpinismo. Pasaban fue rotunda. "No hay dopaje en el alpinismo. En la montaña generamos de forma natural los glóbulos rojos, que es lo que busca el dopaje, luego no nos hace falta. Además el dopaje da una imagen muy mala del deporte, pero hay que saber qué hay de verdad y de mentira. Hay que hacer deporte de manera pura y limpia", señaló.

El libro también recuerda momentos emocionantes, por ejemplo el hecho de haber conocido al primer conquistador del Everest, sir Edmund Hillary o a los integrantes del programa de TVE "Al filo de lo imposible". Otros de esos momentos tuvieron tintes trágicos, como el fallecimiento de Pepe Garcés o el paisaje de restos humanos que en ocasiones salpican las laderas de las montañas.

Con la misma ilusión que en sus comienzos y sin sensación de vacío tras convertirse en la primera mujer en conquistar los 14 ochomiles de la tierra, Edurne Pasaban ya tiene la mente puesta en el Everest. Sigue el sueño, sigue su vida.