REAL SOCIEDAD Bravo; Estrada, González, Ansotegi, De la Bella; Rivas (Elustondo, min. 65), Aranburu (Agirretxe, min. 78), Xabi Prieto, Griezmann, Zurutuza (Sarpong, min. 65); Tamudo.
MÁLAGA Caballero; Gaspar, Weligton, Kris, Eliseu; Recio, Apoño, Duda (Maresca, min. 75), Portillo (Silva, min. 66); Seba (Obuwu-Abeye, min. 84) y Rondón.
Goles 0-1, min.25. Duda. 0-2, min.57: Rondón.
Árbitro Undiano Mallenco (Navarra). Amonestó a Rivas, Estrada, Caballero y Wellington.
Estadio 24.000 espectadores en el estadio de Anoeta.
San Sebastián. Manuel Pellegrini respira un poco más tranquilo tras el justo triunfo del Málaga en Anoeta ante una Real Sociedad desorientada, que jugó uno de los partidos más flojos de la temporada ante su afición. El equipo donostiarra imprimió un gran ritmo de inicio en su búsqueda de un gol rápido que generara angustia a un Málaga muy necesitado, que había viajado a San Sebastián en comunión con la directiva para transmitir una imagen de unidad ante un momento deportivo realmente complicado.
La Real estuvo cerca de anticiparse en el marcador a los ocho minutos, en una internada de Xabi Prieto, pero su disparo lo detuvo bien colocado Willy Caballero, uno de los mejores del encuentro.
El equipo andaluz, recibido con pitos en Anoeta, mejoró sus prestaciones a medida que avanzaba el partido y empezó a llevar peligró a la portería de Claudio Bravo, sin causar claras oportunidades de gol hasta el minuto 25. Duda, una pesadilla para los blanquiazules, logró el gol para su equipo en ese minuto, en un lanzamiento directo de falta que los donostiarras no supieron defender y al que Bravo, despistado por un movimiento de arrastre de Rondón, no supo responder.
La Real se vació en la segunda mitad en la búsqueda del empate pero se encontró con un Willy en estado de gracia, que siempre en Anoeta, ofrece actuaciones estelares. Cuando más sufría el equipo de Pellegrini y parecía cerca el empate, llegó el segundo gol malacitano, obra de Rondón al ganar un balón alto a Ansotegi y cruzar un remate de cabeza al que no llegó Bravo. Hasta el final, el partido fue ya un canto desesperado de los vascos, más lejos del sueño europeo.