Duración: 50 minutos de juego.

Saques: 2 de Martínez de Irujo y 3 de Berasaluze VIII.

Pelotazos: 311 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 7 de Martínez de Irujo, 3 de Merino II y 12 de Berasaluze VIII.

Errores: 5 de Martínez de Irujo, 2 de Merino II, 2 de Berasaluze VIII y 2 de Apraiz.

Marcador: 1-2, 4-3, 6-4, 7-6, 10-7, 11-11, 15-12, 16-12, 17-13, 18-15, 18-16, 18-22.

Apuestas: Doble a sencillo para colorado.

Incidencias: Llenazo en el Beotibar de Tolosa.

Vitoria. "Quizá ha sido demasiado tarde", afirmó al término del duelo Pablo Berasaluze, quien apostilló que "hacía tiempo que no tenía unos números así". Ardía el berriztarra, efervescente, como su juego, intenso, como su despliegue, en el Beotibar tolosarra, en el partido interminable, que debía haber comenzado el sábado y terminó ayer, pasadas las 18.30 horas. Pablito, mirada inquisitiva, voz grave al grito, imperial en la cancha, manejó los tiempos a la perfección de la pesca: primero puso la carnaza, después colocó los anzuelos y más tarde tendió la caña a un rival enganchado en sus redes de los cuadros alegres, entretejidas a base de sacrificio y sudor, dispuestas bajo el abrigo del nada que perder, que amanecieron, tal y como asegura el delantero vizcaíno, demasiado tarde del Parejas. Y es que el de Berriz sin pizca de temor, apagado un timorato inicio y desafortunados golpes, desplegó una labor de zapador y una precisión de cirujano. Arquitecto de vieja escuela, con escuadra y cartabón en la maleta, Pablo destrozó a un Irujo sin precisión alabando las palabras de Alexis Apraiz: "Pablo es el mejor rematador que hay". Y ayer lo fue: paradas, ganchos... Cerca del frontis, el de Berriz es letal si tiene el día. y, además, el de Ibero y el zaguero de Villar de Torre siguen negados ante los vizcaínos. En la primera vuelta, con Alexis en grado superlativo, los de Asegarce maniataron a un Irujo impotente para hacer y deshacer a su antojo (22-7).

Berasaluze VIII, cacique delante, tendió la trampa a Juan en los primeros compases, en los que, sin la ayuda de un Apraiz desdibujado, sin golpe y sin chispa, los fallos se sucedieron dando las ventajas iniciales a los colorados. Atrás, David Merino, que acusaba el fallecimiento de su abuela, sudaba madurez y pegada; mientras que su rival en la parcela trasera boqueaba -¡qué largo es el campeonato!-.

Con la retaguardia cubierta por un manista serio, Juan se lanzó honestamente a acabar el tanto. Pablo ya le había ganado la mano. No en vano, con Apraiz falto de dominio, el de Berriz debía acabar el tanto por la vía rápida y tendió la carnaza. Pelotas a los pies, dentro de los primeros cuadros, para que Juan buscara los puntos flacos de su contrincante, que poco a poco se fue enchufando.

Mientras Irujo peleaba y Pablo buscaba el tempo al duelo, Merino comandaba los cuadros largos. David disparaba y sostenía. Apraiz mitigó sus tres errores iniciales pero era incapaz de sacar lo mejor de su juego, esos los golpes a medio frontis que desestabilizan. Así, con Pablo al acecho, pero aún sin romper, la brecha se estabilizaba del lado del de Ibero y del de Villar de Torre. 10-6 con Juan buscando los cuadros cortos y Pablo a la espera. Fue ese el momento que esperó el berriztarra para desbrozar su clase. Un regalo de Irujo y otro de Merino devolvieron la ilusión para acabar en igualada con dos saque-remates de bella factura. Berasaluze en estado puro: velocidad explosiva, quinta marcha en apenas un segundo, nitroglicerina en las venas.

Cuajaron los colorados los mejores momentos de su duelo en otro tirón (15-11), pero allí se acabó la tregua dictada por Pablo, en la que solamente Merino aguantó el tirón con una dejada al ancho para enmarcar. Desplegó sus alas el berriztarra y con Irujo lanzado a pelear cerca del frontis, Berasaluze le atrapó. Sin resquicios sacó a pasear su remate para desquiciar a Juan, que cuando quiso salir del entramado dispuesto por el delantero vizcaino ya no tenía ninguna salida. Pablo rugía.