MIENTRAS Shaquille O"Neal, Tim Duncan, Kevin Garnett, Manu Ginóbili, Steve Nash o Paul Pierce apuran sus últimos momentos de gloria y los Kobe Bryant y Dirk Nowitzki se empeñan en desafiar al paso de los años y en no poner las cosas fáciles a la actual clase noble, compuesta por los LeBron James, Carmelo Anthony, Amar"e Stoudemire, Dwight Howard o Chris Paul, la NBA, siempre atenta a la capacidad de regeneración de sus nombres propios para que nunca exista un vacío de poder en el firmamento de sus estrellas, se frota ya las manos al comprobar que una nueva generación de candidatos a dominar la Liga en la próxima década calienta ya motores a velocidad vertiginosa y está preparada para llegar a lo más alto y, llegado el momento, derrocar a los actuales gobernantes antes de que sea el inevitable paso de los años el que les haga claudicar.
Se trata ésta de una generación que lo tiene todo para reinar. Es, lógicamente, joven -ninguno de sus componentes supera los 22 años de edad-, con escasa experiencia en la NBA -el que más vive su tercer curso en la élite-, tiene dos referentes claros y reconocibles en Derrick Rose (Chicago) y Blake Griffin (Clippers), cuenta con una guardia pretoriana de primerísimo nivel, conecta a las mil maravillas con el gran público y presenta miembros muy variados en cuestiones tan capitales en Estados Unidos como la raza, el extracto social o el comportamiento dentro y fuera de la cancha.
A día de hoy, por rendimiento y repercusión mediática, no cabe duda de que la mayoría de los focos apuntan a Rose y Griffin. De hecho, el base de los Chicago Bulls figura en posición de privilegio en varias de las quinielas sobre los candidatos a MVP de la temporada, una carrera que se prevé muy abierta. Rose, número uno del draft de 2008, es uno de los jugadores más rápidos que se recuerdan en la Liga. Su dominio del balón, sus centelleantes penetraciones y sus promedios de 24,6 puntos y 8,2 asistencias le han proporcionado galones de aspirante a mejor jugador de la NBA, ya que, además, asume sin problemas el liderato de unos Bulls que pueden dar más de una sorpresa en los playoff y su rendimiento no deja de mejorar. La propia élite de la Liga habla de manera elogiosa sobre su juego -"yo le daría el MVP a Rose", reconocía recientemente Chris Bosh, compañero de LeBron James en Miami-, y parece que su único punto débil radica, paradójicamente, en su estómago, pues en enero le diagnosticaron un par de úlceras por su pasión por la comida picante y en 2008 estuvo cerca de perderse la Final Four de la NCAA por un atracón de gominolas.
Rose comparte el liderazgo de esta generación con Blake Griffin, una fuerza de la naturaleza, el nuevo señor de los aires en la NBA y el mayor verdugo que los aros de esta competición han conocido desde hace muchos años. El ala-pívot de Los Angeles Clippers fue número uno del draft en 2009 pero se perdió toda la pasada temporada por una lesión en su pierna izquierda, aunque este curso no ha tardado en demostrar que está totalmente recuperado. Griffin ha saltado al estrellato por sus monumentales mates durante los partidos, como el realizado por encima de Timofey Mozgov en el Madison Square Garden, y se impuso en el concurso del All Star Weekend, pero su juego es mucho más que eso, ya que se trata de un cuatro con un físico bestial y una velocidad que muy pocos defensores pueden frenar, lo que le lleva a promediar 22,8 puntos y 12,5 rebotes cuando sólo tiene 21 años. El premio al mejor novato del año tiene su nombre y la NBA ha encontrado en su persona un foco mediático de valor incalculable.
otros Cuatro campeones Tras el cegador brillo que emanan Rose y Griffin todavía se encuentran más nombres que ya acaparan titulares en la mejor competición del planeta, entre ellos cuatro compañeros que coincidieron con el jugador de los Bulls en la selección de Estados Unidos que conquistó el oro en el Mundobasket de Turquía: Russell Westbrook ha dejado en mal lugar a todos los detractores que pensaban que jamás iba a ser un notable base en la NBA y ya es mucho más que un escudero para Kevin Durant en los Oklahoma City Thunder (22,1 puntos y 8,4 asistencias de media), gracias a sus dotes de mando y a su brutal capacidad anotadora, ya sea tirando desde el perímetro o penetrando a canasta; Kevin Love, center de los Minnesota Timberwolves consiguió en la pasada madrugada su 79º doble-doble consecutivo (lograr 10 o más puntos y rebotes en el mismo choque) y está a solo dos de la marca lograda por el mítico Moses Malone en 1979 después de haber protagonizado contra los Knicks un partido con 31 puntos y otros tantos rebotes, algo que en la NBA no se veía desde hacía 28 años; Stephen Curry, un triplista primoroso salido de la modesta universidad de Davidson que en las últimas semanas parece haberse atascado en esa jaula de grillos que son los Golden State Warriors; y Eric Gordon, otra muñeca privilegiada al servicio de los Clippers de Griffin.
Y todavía hay más. Tyreke Evans (Sacramento Kings) ha dado un paso atrás esta campaña, pero el año pasado fue rookie del año y ofreció un tremendo rendimiento, John Wall (Washington Wizards) apunta a extraordinario director de juego por lo visto en su curso de estreno y DeMarcus Cousins (Sacramento) dominará la pintura si aprende a controlar su volátil carácter.
El base de los Chicago Bulls aparece en varias quinielas como favorito en la carrera por el "MVP"
Griffin ha saltado a la fama por sus mates, pero cuenta con muchos más recursos en ataque
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Muchos misterios por resolver
No es casualidad que la ceremonia del "draft" lleve casi siempre el término "lotería" adosado a su idiosincracia, ya que los jugadores que apuntaban a grandes estrellas y acabaron quedándose por el camino siempre han estado a la orden del día. En esta última generación todavía es prematuro hablar de fracasos, pero sí que hay jugadores cuyo estatus en la NBA todavía es muy dudoso. En el "draft" de 2008 hay dos excelentes ejemplos: Michael Beasley y O.J. Mayo. Tras no triunfar en Miami, "B-Easy" está firmando notables números (19,2 puntos de media) en Minnesota al amparo de Kevin Love, pero su impacto en la Liga está siendo mucho menor de lo esperado. Peor le van las cosas al escolta de los Grizzlies, proyecto de megaestrella en el instituto y cuyo rendimiento ha caído de manera alarmante hasta haber perdido incluso la titularidad. Más jóvenes aún son Hasheem Thabeet, número dos del "draft" de 2009 traspasado por Memphis a Houston, que actualmente promedia 1,2 puntos y 1,6 rebotes por partido cuando muchos veían en él a un proyecto de gran pívot, o Evan Turner, alero que fue número 2 del último "draft" y cuyo nivel en Philadelphia está a años luz al ofrecido en Ohio State.