madrid. Los dos grandes favoritos disputarán esta tarde la final que comenzó a esbozarse con un sorteo que pide a gritos la eliminación de cualquier tipo de condicionantes. Ettore Messina vuelve a verse las caras con su peor pesadilla. El técnico siciliano, víctima del conjunto blaugrana en todas las competiciones desde que aterrizó en Madrid, tendrá la oportunidad de cobrarse la revancha de la final del pasado año en Bilbao. En aquel duelo, antesala de lo que posteriormente sería el cruce entre ambos en los cuartos de final de la Euroliga, el preparador transalpino salió muy tocado.
Supuso el inicio de una escalada de rumores que desembocaron en una reunión con las altas esferas en la que Messina llegó a presentar su dimisión. La directiva de Florentino la rechazó, a pesar de que el italiano cerró el ejercicio en blanco y su equipo jamás mostró la impresión de haber emprendido el camino correcto para recortar la sideral distancia que lo separaba de su eterno rival.
Messina, pese a todo, asimiló como un voto de confianza esta decisión de la directiva y se aventuró a iniciar un segundo proyecto que, por el momento, sigue sin cuajar del todo. El Madrid ha mejorado respecto a la temporada pasada. Aunque cayó con estrépito ante el equipo catalán en su duelo de la fase regular, emite otras vibraciones y ha ido creciendo conforme avanzaba el calendario. ¿Lo suficiente? El encuentro de esta tarde dictará sentencia y puede que incluso marque una pauta para el resto de la temporada.
El Barcelona llega a la final mejor que los blancos. Superó el primer obstáculo con el mínimo esfuerzo y sacó la artillería, que es infinita, para noquear al Baskonia. El Madrid no ha jugado bien en ninguno de los dos partidos . Le ha costado sacar adelante sus partidos, pero juega en casa, y eso es un aval.