En la opaca noche moscovita del 21 de mayo de 2008, tras 120 minutos, un 1-1, dos penaltis fallados -Cristiano Ronaldo y Terry, que se resbaló y sus lágrimas terminaron fundiéndose con la incesante lluvia-, Edwin Van der Sar (Voorhout, Holanda, 29 de octubre de 1970) bajo sus confortables palos -donde ha permanecido veinte años asomado en la élite- señala a su izquierda, le dice a Anelka que por ahí, por ahí quiere que le tire el definitivo lanzamiento desde los once metros. Se ha superado ya la tanda de los primeros cinco penaltis y ya el que falle pierde el partido. ¡Pierde la Champions! El francés no le hace caso y se decanta por el lado contrario, el guardameta del Manchester lo adivina, lo para y los diablos rojos conquistan Europa ante la desolación del Chelsea. Van der Sar abraza su segunda Champions -la primera la consiguió en 1995 con el Ajax-. Uno de los mejores momentos de su vida. De los más brillantes.
En diciembre de 2009, Annemarie, la mujer con la que Van der Sar se casó en 2006 en Amsterdam, sufrió un derrame cerebral. El portero del Manchester permaneció mucho tiempo a su lado en un hospital de Holanda después de que Alex Ferguson le concediera unas vacaciones y le permitiera reincorporarse a los entrenamientos cuando estuviera mentalmente fuerte. Una vez recuperada la madre de sus dos hijos, Joe y Lynn, Edwin y su esposa decidieron quedarse en Inglaterra al menos una temporada más. Pero ese episodio, el más trágico en la vida del meta tulipán, el más oscuro, empezó a descoser el devenir. "No puedo identificar exactamente el momento en el que llegó esta decisión, digamos que me rondaba por la cabeza desde que Annemarie sufrió su incidente cerebral". La decisión de la que habla el cancerbero holandés es la de la retirada. Hecha pública por Van der Sar la pasada semana. Al final del presente curso se desprenderá de unos guantes que han tocado cuatro Ligas, tres Copas, una Copa de la UEFA, una Champions, una Supercopa de Europa y una Intercontinental cuando sus colores eran los del Ajax; y tres Ligas, una Copa, una Champions y un Mundial de clubes, desde que luce los del Manchester.
"Cada día cuesta más levantarse de la cama, con dolores por todo el cuerpo... Ahora es el momento de dedicarme a mi familia", confiesa el portero, que ya abandonó la selección naranja en 2008 tras la Eurocopa de Austria y Suiza.
Cuarenta años tiene y lleva desde los 20 en la máxima categoría del fútbol. Van der Sar pasó por todas las ramas de las categorías inferiores del Ajax y llegó al primer equipo en 1990, donde militó hasta 1999 y donde lo ganó todo.
Después, se fue a la Juventus y se convirtió en el primer guardameta no italiano del club. Fueron solo 66 partidos, dos campañas, sin ningún título, aunque sí fue el portero menos goleado de la Serie A. Fue una época difícil en Italia, donde el holandés siempre dice irónicamente que descubrió el encanto de la comida japonesa. Se cerró su periplo en la Vecchia Signora porque apareció un tal Gianluigi Buffon, fichado del Parma por 54 millones -la cifra más elevada abonada por un guardameta-. que le relegó a la suplencia.
El meta tulipán recaló en el modesto Fulham y allí estuvo cinco temporadas. Cuando parecía que su carrera se apagaba, en el verano de 2005, apareció una luz, roja, la de los diablos del Manchester. Dos millones que sirvieron para relanzar la trayectoria de un cancerbero de aspecto peculiar, larguirucho y delgado, y dos millones rentables a más no poder para el club de la Premier. Van der Sar ha sido un fijo para Ferguson y ha sido determinante en muchos partidos. En aquella la noche de mayo de 2008 o en una de 2007, cuando el Manchester también se enfrentaba al Chelsea. Era por la Community Shield. Después de que el partido acabara 1-1, los de Old Trafford ganaron en los penaltis gracias a que el holandés detuvo los tres lanzamientos.