VITORIA. Corre el tiempo para la final, como arena que se precipita. Corre el segundero, ajeno a las inclemencias de su caprichoso destino, tan evocador, tan asesino. De este modo, cuando el calendario del Cuatro y Medio amarillea ante la proximidad de la gran final del acotado, la psicosis por presenciar tamaño evento revienta los teléfonos. Tal y como sucedió ayer en las oficinas de Aspe y Asegarce, que vieron como en dos horas todas las localidades puestas al público se vendieron sin remisión. Los tickets volaron, como en años anteriores, en los que los taquilleros de las empresas no pudieron dar abasto con todas las peticiones por una butaca en el frontón guipuzcoano.

La promotora eibarresa, reloj en mano, acabó los asientos designados para la reserva telefónica en menos de 45 minutos. En un abrir y cerrar de ojos. Puesto que los dos manistas que llegan a la pelea por la txapela, Juan Martínez de Irujo y Abel Barriola, pertenecen a la operadora manista, Aspe solamente puso a disposición del público "poco más de 100 tickets", según explican desde la promotora, que volaron de las arcas de la empresa. Asimismo, "unas 160 entradas" se repartieron por cada pelotari que juega la final.

En Asegarce, las localidades tardaron en acabarse en dos horas, dado que la empresa bilbaina, al no tener representantes en la final del próximo domingo 12 de diciembre en el Atano III, dispuso de más tickets para reserva telefónica.

De este modo, con todo el papel vendido, los aficionados deshojan los últimos días previos a la final. Los más aviesos y los más rápidos ya disponen de un hueco entre las cuatro paredes de la cancha donostiarra, que puede presumir de convertirse un auténtico hervidero en las finales y se vestirán de fiesta para la cita.

Por ahora, los relojes de arena siguen con su continuo tililar y, en la medida en que los días vayan cayendo, la arena se precipite, los nervios se concentrarán en pelotaris y aficionados.