no recuerdo la última vez que el Baskonia haya perdido tres partidos consecutivos en la misma competición. Con la derrota en el Pionir contra el Partizan se pone mucha presión para afrontar el encuentro en Tel Aviv de la semana que viene, con la urgencia de conseguir la victoria y enderezar el rumbo. El Partizan actual dispone de jóvenes promesas aún desconocidas en el panorama internacional, con menos talento que sus predecesores, que todavía no han dado el salto de calidad, pero con el mismo espíritu de lucha, de entrega, de intensidad y de solidaridad para con el grupo. Como suele suceder en los equipos que apuestan y trabajan por la cantera, una vez formados son fichados por otros equipos y vuelta a empezar. El Partizan ha pasado de disputar la Final Four a tener un equipo en construcción, con nuevo entrenador, con jugadores extranjeros y con la única pretensión de intentar colarse en el Top 16. De momento no le van mal las cosas. Por su parte, el Caja Laboral fue claramente superior y muy competitivo cuando pudo tener a su quinteto titular en cancha. Tanto Barac como Teletovic (pocas veces le he visto tan implicado en tareas defensivas como contra los serbios) fueron un gran obstáculo para las arremetidas debajo del aro de jugadores como Jawai, Gist o Katic (con un estilo de juego muy parecido a Pekovic). Como siempre, el peor aliado de Barac son los árbitros y rápidamente tuvo que ver el encuentro desde el banquillo, gran hándicap para los baskonistas. Sin Barac en cancha, los Racik, Musli o Bjelica no tuvieron la intesidad ni la inteligencia necesaria para intentar contrarrestar el físico de los serbios y poder cerrar el tablero donde se escaparon hasta 14 rebotes ofensivos. Ivanovic intentó el 2x1 en el poste bajo y poner a Bjelica de cuatro, pero todo fue inútil. Encima, sin Barac el juego baskonista en ataque cambió, donde abusó de tiros precipitados al inicio de los sistemas, cuando ese tipo de tiros los puedes realizar también moviendo más la pelota. Además, al Partizan sólo le pitaron una vez zona en todo el encuentro y ante la superioridad física en el juego interior, buscaron balones dentro una y otra vez por lo que se demuestra que si tú haces una infracción repetidas veces, te la pitan menos de las que la haces. Y hay que añadir que cuanto mejor lo tenía el Caja Laboral para conseguir la victoria, le pitaron la quinta a Barac, apareció Kecman para los serbios y se desactivó la producción ofensiva baskonista en los últimos cinco minutos. Como diría Manel Comas, toca bajar a las trincheras y ponerse el cuchillo entre los dientes.