Estamos ante una semana importante para el Deportivo Alavés. Se lleva hablando del 19 de noviembre durante los últimos meses, pero los cambios o movimientos todavía no son palpables. Es más que segura la salida de Alfredo Ruiz de Gauna como presidente del equipo vitoriano. Ayer fueron curiosas las palabras del teniente de diputado general, Claudio Rodríguez, echando balones fuera y mostrando su desconocimiento sobre los asuntos de Palacio. Por mucho que dijera que la Diputación no quita y pone presidentes, la realidad dista mucho de eso. Ni con Fernando Ortiz de Zárate ni con Alfredo Ruiz de Gauna ha habido buen entendimiento, y en tres años el Glorioso tendrá tres ocupantes en el asiento de presidente. Por algo será. La deuda es importante, pero hemos visto sin ir más lejos como una deuda mayor, como la de nuestros vecinos de la Real Sociedad, fue dilapidada en menos tiempo con el apoyo de todo el mundo, incluidas las instituciones locales y las empresas privadas de la localidad. Ahora, la Real está en Primera, con un buen presupuesto y recibiendo a los Ronaldos y Messis. El Glorioso está en Segunda B, deambulando por campos de Tercera. Ya sea la llegada del grupo inversor liderado por Josean Querejeta u otro empresario, lo que es inequívoco es que la situación debe variar. Debe meterse dinero fresco en las arcas, deben venderse los terrenos en desuso de Izarra y deben firmarse los convenios con las instituciones. También debe estabilizarse el tema institucional si queremos que el deportivo funcione. Si no, veremos situaciones como en Jaén, donde los jugadores van en taxis a los partidos de fuera, o como el caso del próximo rival albiazul, La Muela, donde su presidente tiene que amenazar con abandonar la competición para ser escuchado por sus gobernantes. No se tiene que entrar en disputas políticas entre partidos de uno u otro signo, porque el futuro del equipo de fútbol más representativo de la provincia está en juego. Los noventa años de historia del Deportivo Alavés se merecen un respeto.