Vitoria. Si no eran suficientes todos los récords aglutinados por Sebastian Vettel (3-VII-1987, Heppenheim, Alemania), esta temporada ha quedado en evidencia el remarcado carácter triunfador que viaja acompañando al piloto germano, el niño mimado de la Fórmula 1, su mayor promesa. No en vano, ayer desplazó a la cara bonita de Bernie Ecclestone. Vettel, con 23 años y 134 días, relegó a un segundo plano a Lewis Hamilton, quien se proclamó campeón en 2008 con 23 años y 301 días. Este es el triunfo del proyecto más ambicioso y ya confirmado de la escudería Red Bull.
Vettel, fan de Monty Python, se inició en el karting en 1995 y, a pesar de ganar varios campeonatos menores, fue en 2004 y 2005 cuando empezó a forjar su tamaña figura. Se gestaba el ídolo. El primer curso venció 18 de las 20 carreras de la Fórmula BMW alemana, mientras, el segundo se proclamó mejor rookie de la temporada de la Fórmula 3 Euroseries que se adjudicó el propio Lewis Hamilton. No obstante, no sería hasta 2006 cuando llegaría su estelar presentación en sociedad, cuando el eco de sus gestas llegaría a los oídos de la Fórmula 1. Tocaba el curso de las World Series by Renault y Colin Fleming, un piloto norteamericano, se lesionó mediada la campaña. Entonces, su estructura, el Carling Motorsports reclamó a Red Bull un piloto y la firma de la bebida energética mandó a su mayor promesa, un tipo sin barba que corría las EuroSeries.
Así, Vettel se transformó en sinónimo de precocidad. En su primera carrera, en Misano, probó el coche y al llegar la hora de los entrenamientos firmó la pole. Todos alucinaron con el novato. Pero lo mejor estaba por llegar, porque la jornada posterior se llevó el triunfo en las dos carreras disputadas con un bólido desconocido y nada más alejado de lo personalizado. Si bien, en la siguiente prueba celebrada en Bélgica, Vettel consiguió la pole, aunque en un entrenamiento posterior se lesionó un dedo y no volvió a competir más ese año en las World Series.
Su idilio con la gloria corrió como la pólvora. Más cuando en la siguiente campaña comenzó ganándolo todo, pero, de pronto, Vettel se vio ante su mayor oportunidad, una vez que Robert Kubica, piloto de BMW, sufrió un brutal accidente en Canadá. De este modo, el jefe del equipo, Mario Theissen, apostó por él como su recambio. Y tres carreras más tarde, a una razón de 165.000 dólares por concluir la temporada, ya era piloto titular de Toro Rosso este chico alejado del estereotipo germano y que idolatraba a tres Michaels: Schumacher, Jordan y Jackson.
No aguardó Baby Schumi, un apodo que rechaza. En su primera carrera desbancó a Jenson Button como piloto más joven en puntuar con una octava plaza y un curso después, en 2008, también se adjudicó el récord de precocidad ganando una carrera, fue en Monza, Italia. Por eso ayer llevaba escrito en su traje ignífugo eso: Monza. Allí consiguió su primera pole y la resaca fue aún mayor, pues al día siguiente obtuvo el triunfo, convirtiéndose así en el piloto más joven de la historia en alcanzar una pole, un podio y una victoria, por delante de Alonso.
Vettel, que apoda a sus coches con nombres de mujer -el de 2010 se llama Randy Mandy-, prosiguió su escalada hacia el Everest de la F-1 para en 2009 ser segundo con cuatro victorias. Empero, 2010 ha sido la confirmación de su leyenda, la de un tipo que todavía está creciendo.