Antes de rendirse a la evidencia de sus 216 centímetros, Pau Gasol soñaba con seguir los pasos de sus padres y dedicarse a la medicina. Siendo todavía un niño, en noviembre de 1991, se enteró de que uno de sus grandes ídolos baloncestísticos, Magic Johnson, había contraído el virus del sida. Fue el detonante. "En ese momento VIH equivalía a muerte. Pensaba que se iba a morir y me impactó mucho", reconocía recientemente Gasol, que trató de conciliar su formación en las categorías inferiores del Barça con sus estudios de medicina hasta que la combinación resultó inconciliable, por suerte para el baloncesto.
Al final, Gasol no pudo hacerse médico para salvar al mítico base de los Lakers. Magic sigue vivo y ahora se ha convertido en un ferviente seguidor del pívot catalán, figura de la franquicia californiana y seguramente el hombre más en forma en este arranque de temporada en la NBA. El mejor jugador español de todos los tiempos ha sabido hacerse grande cuando su equipo lo necesitaba. De su mano, los Lakers caminan firmes hacia un nuevo título. Con Kobe a medio gas tras su operación de rodilla, el español se ha convertido en el principal referente del único equipo que suma siete triunfos en sus siete primeros partidos.
Nombrado jugador de la semana en la Conferencia Oeste merced a unos números descomunales en los primeros siete días de competición, el mayor de la saga sigue creciendo en cada partido. En el último, la victoria frente a los Portland Trail Blazers de Rudy Fernández (121-96), el pívot se desmarcó con una nueva exhibición. Firmó un triple-doble y retrató a la temible batería interior del conjunto de Oregon.
Gasol, a quien le vino de perlas renunciar al Mundial, no tiene reparos en reconocer que está en el mejor momento de su carrera. "Sin duda", asume. "Estoy jugando a un nivel muy alto pero es debido al gran juego del equipo y a la gran calidad de los compañeros", añade con su habitual modestia. Sabe que en los Lakers, por encima de todo, ya existe un capo, su amigo Kobe, con quien tendrá que aliarse cuando llegue el momento de la verdad y ambos peleen por sumar su tercer anillo consecutivo.
Aun así, ha surgido una corriente en Estados Unidos que sitúa al catalán en la carrera por el MVP de la temporada regular. Los números que acumuló frente a Portland (20 puntos, 14 rebotes y 10 asistencias en 31 minutos) apuntan en esa dirección, pero él sabe que no conviene iniciar un conflicto de egos en el vestuario. Se ha marcado otro objetivo. Ahora que ha asumido que jamás obtendrá el título de medicina, y ya que Magic no lo necesita, ansía entrar en el mejor quinteto de la NBA. Si sigue así, no resulta una meta utópica.