SOLAMENTE puedo decir que la de ayer fue una etapa decepcionante. Estuve en la subida a los Lagos y solamente puedo decir que es de las pocas veces, por no decir ninguna, que he visto una montaña tan triste, desangelada, tanto por el ambiente como por el propio espectáculo.
Me decepcionó, pero tampoco puedo decir lo que realmente me esperaba: quizás muchos más ataques, aunque no sepa de quién, porque lo poco que hubo lo ofreció Mosquera y no fue demasiado. Apenas unos pocos segundos. Lagos da para más.
Pienso que quizás todo esto se debió a la ausencia de Igor Antón. Puede que la gente estuviese descolocada por lo que le sucedió al favorito a ganar la Vuelta. Yo le eché de menos. Si hubiese estado él estoy seguro de que la cosa habría sido muy distinta. Ahora, cuando no está, es cuando realmente se valora todo lo que le ha dado a la Vuelta en estas dos semanas inolvidables.
Aguantó bien ayer Nibali, que está más cerca de ganar su primera grande. Antes tendrá que pasar el duro examen de hoy, la etapa reina, con tres puertos de verdad. Tiene que pasar lo que no pasó ayer. Me resisto a pensar que hoy tampoco haya batalla, que la gente se conforme con ir donde va. Tondo o Sastre, que no sé a qué juega porque con su ataque de ayer lo único que hizo fue acabar con su compañero, deberían intentarlo de lejos. Al menos, para ganar la etapa, porque la general, el podio, les queda lejos.
Nibali, Purito y Mosquera son los que mejor lo tienen. Del catalán, pese a que tiene la crono larga en contra, no me fío nada. Ayer fue ahí, escondidito como los sabios, lo que me huele a que hoy la montará gorda.