Hace unos días murió Laurent Fignon derrotado por el cáncer, pero antes de marcharse dejó escrita su autobiografía, presentada en junio de 2009 bajo el título "Éramos jóvenes y despreocupados", donde cuenta, sin tapujos, los desmadres juveniles, la droga, el dopaje y los excesos del precoz ganador de los Tours de 1983 y 1984. Andy Schleck, 25 añitos, no ha ganado ninguno, pero ha sido segundo en el Giro de 2007, segundo en el Tour de 2008 y segundo de nuevo en la carrera francesa hace apenas mes y medio, no a los ocho segundos que se quedó Fignon de su tercer Tour en 1989, pero sí cerquísima, a 31 segundos, de Alberto Contador, campeón joven y a su vez severo y solemne, como se supone son los ciclistas. Todos. O no. No Andy Schleck, en la cumbre de la popularidad en Francia porque a la afición francesa siempre le sedujeron los segundones, hermosos perdedores, "poulidores" de la vida, y no los ganadores totales como Contador. No, al menos, en la Vuelta a España, en la que ha salido dos veces y no ha acabado ninguna.

En 2009 apenas duró una semana. Se retiró dos días después del día de descanso en Tarragona porque unos problemas estomacales no le permitían continuar en carrera, pero corrió el rumor de que lo que en realidad le bajó de la bicicleta fue una resaca descomunal tras una noche de fiesta en la capital tarraconense. Ayer, en Tarragona otra vez, ni siquiera se presentó en la salida. Ni él ni Stuart O"Grady, que no es joven ni despreocupado pero que el lunes por la noche, después de la cena en el hotel, salió con Andy a tomar algo. Una copa dicen. Algo que no entra en el código ético de Bjarne Riis, director con fama de estricto del Saxo Bank en el que ninguno de ellos, tampoco Frank Schleck, correrán la próxima temporada, el nuevo equipo de Contador. "Es cierto", reconoció Andy; "soy consciente de que he quebrantado las normas del equipo saliendo a beber algo después de cenar y esa es la razón por la que Bjarne Riis nos ha mandado a mí y a Stuart -O"Grady- para casa". "Soy responsable de mis actos, y aunque creo que la decisión es muy estricta, respeto que Riis sea el jefe y que tenga que tomar las decisiones que considera oportunas y mejores para el equipo", abundó el luxemburgués, quien había desembarcado en la Vuelta sin ambiciones personales, corto de forma y después de unas vacaciones tras el extenuante Tour, pero con el firme propósito de ayudar a su hermano Frank, centrado en la carrera, a estar adelante en la Vuelta. "Andy no había demostrado estar, ni de lejos, a la altura del Tour, por lo que la ayuda que le podía prestar a su hermano era más moral que otra cosa. Pero no se quería ir, eso es cierto. Quería seguir junto a Frank", dijo Giovanni Lombardi, manager de los Schleck, que tildó de "estricta" la expulsión de los dos ciclistas.