vuelta a españa 9ª etapa

ETAPA

David López (Caisse d"Epargne)5h.20:51

R. Kreuziger (Liquigas-Doimo)a 06""

G. Caruso (Team Katusha)a 13""

GENERAL

1º I. Antón (Euskaltel-Euskadi) 37h.56:42"

Joaquim Rodríguez (Katusha)m.t.

Vincenzo Nibali (Liquigas)a 2"

Hoy, primera jornada de descanso: Tras nueve días de competición, el pelotón disfruta hoy de un día de asueto con traslado hasta Tarragona.

ALCOI. Una mañana de un día cualquiera de la Vuelta, pongamos que en Murcia, Eusebio Unzue versa sobre ciclismo en torno a una mesita y un café cortado. Habla de que añora otros tiempos más románticos y de que llegará un día en el que sentirá también nostalgia de Txente García Acosta, un tipo de ciclista en extinción ahora que proliferan los chavales de cabeza en órbita que montan en bicicleta exclusivamente para ganar, como si el ciclismo se limitase a esa banalidad. Elogia Eusebio al ciclista abnegado, al generoso trabajador oscuro. Al hombre de equipo. Al doméstico de tiempos pretéritos, que más que ciclistas eran criados de las figuras. Adula a Txente y recuerda que todos los líderes con los que ha coincidido el navarro le pedían que estuviese con ellos en las grandes carreras y que el resto del equipo lo completase con lo que fuera. Txente se irá, quizás este año, algo que decidirá después de la Vuelta. Pero quedará su herencia. Subirá en la jerarquía Imanol Erviti, su heredero natural, corpulento, tranquilo, serio y entregado. Y seguirá habiendo ciclistas como David López, baracaldés, 29 años, el escalador que desde su llegada al Caisse d"Epargne en 2007 -debutó con el Cafés Baqué y luego corrió en Euskaltel- siempre ha elegido Alejandro Valverde para que le escoltara en las grandes empresas. Era la última pieza. El relevo definitivo. Ausente el murciano como está y estará hasta 2012, descabezado en la Vuelta el Caisse d"Epargne, el mejor equipo que carece de un ciclista supremo porque quizás no lo sea Arroyo y, de momento, no lo es Luis León Sánchez, López encontró ayer su oportunidad e hizo lo que tan mal se le da: rematar.

Triunfó en Alcoi el baracaldés, en un final heroico y palpitante, y alcanzó el nirvana, el vergel de una carrera extraña porque no casa su exiguo palmarés -antes sólo había ganado una etapa, la reina, la que acababa en el terrible Rettenbachferner- con la calidad que se le reconoce. Le falta brillo a tanto talento. "No sólo se trata de calidad, sino de circunstancias. Yo he coincidido con grandes corredores para los que me ha tocado trabajar sin importarme hacerlo. He trabajado y he aprendido mucho", dijo ayer.

De lo aprendido puso algo en práctica camino de Alcoi, una etapa exagerada, por dura, por cansina, en la que Euskaltel-Euskadi defendió el maillot de líder de Antón de la manera más económica posible. Mantuvo la fuga, numerosísima, a cinco minutos porque Carlos Barredo, a menos de cuatro en la general, suponía una amenaza. Y cuando el asturiano, vacío, roto, apajarado, se derritió, soltó cuerda hasta encontrarse con el siguiente en la general. Era Jean Cristophe Peraud, ex biker y sorpresa de la pasada Vuelta al País Vasco, alejado a casi siete minutos. La diferencia creció. La etapa quedó en manos de los de delante y el maillot rojo en las piernas de los chicos de Euskaltel.

López jamás pensó en ganar. "Es más, cuando entré en la fuga, las sensaciones eran malísimas". Penó en el carrusel de puertos, siete, y no fue hasta el final, los altos más amables de Benifallím y Revolcat, éste a seis de Alcoi, cuando se imaginó un final inimaginable. "Supe sufrir en la montaña". Para atacar a una docena de kilómetros y marcharse solo hasta que llegó Moncoutie, el francés incansable que la víspera había logrado su tercera victoria en la Vuelta en otras tantas ediciones consecutivas. Y luego, a nueve de meta, ya en el Revolcat, Kreuziger, Caruso y Egoi Martínez, reenganchados para dar paso a una situación de caos angustiosa. Un zafarrancho de ataques. Primero Moncoutie. Y luego Caruso. Y Kreuziger. Ninguno abrió hueco. A poco más de tres, el terreno favorable, la carretera de terciopelo picando hacia abajo, se lanzó López, el pedaleo poderoso de las piernas de acero. Nadie le siguió. Sólo las miradas, que no dan pedales. Tuvo que darlos, agónicos, el baracaldés, en un último kilómetro extenuante, cuesta arriba, en el que Caruso le perseguía desesperado en un esfuerzo que restultó estéril. "Fue durísimo, pero todo el sufrimiento del último kilómetro vale por toda mi carrera".

Los restos de la escapada entraron desperdigados. Peraud, a 55 segundos. Y el pelotón a 7:02. Lo encabezó Purito, que por la mañana en Calpe aún pedía a los jueces que le explicaran por qué no habían picado un segundo entre él y Antón en la llegada a Xorret y éstos le dijeron que porque en medio se coló Nibali, al que no llegó a sacar ese segundo que le hubiese dado el maillot rojo, sino únicamente 0,924 milésimas. Por eso fue líder Antón. Y lo sigue siendo pese al empeño del catalán, que atacó dos veces en el repecho final tratando de cortar al galdakoztarra, que entró silbando a su rueda.

En el podio López, roto de dolor, recordó a Txema González, cuyo funeral se celebrará hoy en Gasteiz a las 18.00 horas, y se cruzó luego con Antón. Heroico vencedor de la etapa y líder de la Vuelta para más gloria del ciclismo vizcaíno, en éxtasis ayer.