DONDE quiera que estuviese, Txema González, el masajista gasteiztarra que murió el viernes en Sevilla, ayudó a López a ganar. Le dio el empujoncito que necesitaba para lograr un triunfo importantísimo. No, no me he vuelto ni místico ni religioso, simplemente creo que a veces ocurre que el sufrimiento da a uno motivos para dar un poco más de sí. Creo que le ocurrió ayer a López, que estaba muy unido a Txema. Se conocieron en la etapa del baracaldés en Euskaltel. Él y Camaño eran los que mejor relación tenían con el masajista. No he hablado con él, pero imagino que estos días lo habrá pasado fatal, y ayer pudo liberarse con una victoria merecida.

Cuando repaso el palmarés de López siento rabia. Con la de ayer ha ganado dos carreras, insuficiente para tanto talento. Tiene motor para más. Quizás la explicación de que no logre más victorias esté en su llegada al Caisse d"Epargne. Allí ha tenido que trabajar de lo lindo, como el año pasado para Valverde en la Vuelta, donde era casi el último corredor del que echaba mano el murciano.

López sirve para algo más que para trabajar. Quizás le haya faltado algo de ambición para demostrarlo y quizás la etapa de ayer le sirva para darse cuenta de ello. Ojalá sea así y siga creciendo como ciclista.

El ciclismo vizcaino triunfó ayer en la Vuelta. Ganó López y Antón mantuvo el jersei de líder. Lo hizo el galdazkoztarra después de un excelente trabajo de Euskaltel, que controló las diferencias para no perder el maillot rojo. En el repecho de meta atacó Purito. Pero el catalán se equivoca. Está demasiado revolucionado. Necesita más calma. Como la que tiene Antón.