NOS hemos visto muchas veces en una situación parecida. Para ser sincero, ni siquiera contemplamos la posibilidad de quedar eliminados". El autor de estas declaraciones es Gianluca Zambrotta, defensa de la selección italiana, pero las podría haber pronunciado cualquier jugador, técnico o aficionado del combinado transalpino, un grupo humano que ha escrito sus páginas más brillantes en la historia de los Mundiales precisamente cuando más arrinconado se ha sentido. Italia está acostumbrada a hacer de la necesidad virtud, a empezar mal y llegar lejos, a sestear en los primeros partidos para acabar imponiendo su carácter competitivo, su instinto de supervivencia, temido y admirado por todos sus rivales. Mientras otras selecciones dominan el arte del juego, Italia es sublime en el arte del resultadismo.
Ya en el primer Mundial que ganó, el de 1934, Italia tuvo que jugar contra España un desempate en cuartos de final, mientras que cuatro años después, en su segundo entorchado, precisó de una prórroga para eliminar a Noruega en la primera ronda. De todas maneras, los ejemplos más claros del ADN italiano son mucho más recientes. En España"82, donde conquistó su tercer título, superó la fase de grupos empatando todos sus partidos antes de poner la máquina a pleno rendimiento. En Estados Unidos"94 también le costó no caer en la primera fase -avanzó por ser una de las mejores terceras de grupo- pero logró jugar la final -perdió en los penaltis contra Brasil- tras batir a Nigeria en la prórroga en octavos y después de sufrir contra España en cuartos hasta que Roberto Baggio desniveló la balanza en el minuto 87. Como no podía ser de otra forma, su cuarto Mundial, en Alemania"06, también llegó de manera agónica. En octavos de final batió a Australia merced a un gol de penalti de Andrea Pirlo en el minuto 95, en semifinales necesitó una prórroga para apartar de su camino a Alemania -los goles llegaron en el minuto 119 y 121- y en la final contra Francia, las del cabezazo de Zinedine Zidane a Materazzi, se impuso en los lanzamientos de penalti.
Como se puede comprobar, la historia respalda a Italia, que después de haber empatado los dos primeros partidos después de empezar perdiendo ambos, hoy debe ganar a Eslovaquia si no quiere depender del otro resultado del grupo en su intento de acceder a octavos. Para ello, Marcelo Lippi efectuará varios cambios en su once inicial, con la posibilidad de jugar con tres delanteros, por lo que Alberto Gilardino y Giampaolo Pazzini podrían jugar junto a Vicenzo Iaquinta. También ha dejado entrever que Gennaro Gattuso podría entrar en acción para apuntalar la zona medular e incluso Andrea Pirlo, lesionado hasta el momento, podría gozar de minutos, aunque no parece probable que salga de inicio.
La necesidad, virtud