Wood se lamenta de una ocasión fallada frente a un Cannavaro tirado en el césped, impotente, en el duelo ante una Nueva Zelanda más fiera de lo esperado. Foto: Afp

Italia se pasa al tercer mundo

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ITALIA: Marchetti, Zambrotta, Chiellini, Cannavaro, Criscito, Marchisio (Min. 62, Pazzini), Montolivo, De Rossi, Pepe (Min. 46, Camoranesi), Gilardino (Min. 46, Di Natale) y Iaquinta.

NUEVA ZELANDA: Paston, Reid, Nelsen, Vicelich (min. 81, Christie), Smith, Bertos, Fallon (min. 63, Wood), Elliot, Lochhead, Killen (min. 90, Barron) y Smeltz.

Goles: O-1: min. 7; Smeltz aprovecha un error de Cannavaro en el área pequeña. 1-1: min. 29; Iaquinta, de penalti cometido sobre De Rossi.

Árbitro: Carlos Batres (Guatemala). Amonestó a los neozelandeses Fallon, Nelsen y Smith.

Incidencias: Partido jugado en el Mbombela Stadium de Nelspruit. Unos 40.000 espectadores. Asistió al encuentro el presidente de la FIFA, Joseph Blatter. Los jugadores italianos llevaron brazalete negro en señal de duelo por el fallecimiento de Roberto Rosatto, que jugó con Italia los Mundiales de 1966 y 1970.

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Julián Goikotxeta

En un sobresaliente gesto solidario, Italia, el actual campeón del mundo, se mimetizó con su entorno inmediato, y el entorno inmediato era Nueva Zelanda, paladín del fútbol más paupérrimo llegado hasta Sudáfrica desde la lejana Oceanía, y en el empeño por demostrar quién de los dos podía ser más más malo, la singular justa quedó en tablas. No hubo ni vencedores ni vencidos, pese a que uno y otro grupo pusieron mucho ardor en la pelea, bien por atizarle al balón buenos castañazos a ninguna parte o, en su defecto, meter el codo en el ojo del rival, o el ojo en el codo, pues el desconcierto llegó a ser tan enorme como contagioso, ya que también el árbitro participó en el caos dando por buenos ambos goles, nacidos de jugadas manifiestamente irregulares.

De semejante calamidad no se libró ni el juez, el guatemalteco Carlos Batres, que no sabía si estaba pitando un partido de categoría mundialista o de regional preferente.

La desidia en la que cayó Italia llegó a ser tan rotunda que hasta al flemático Marcelo Lippi se le alteró el gesto de su inexpresivo rostro y hasta se le puso un rictus de preocupación. Y hasta cambió dos jugadores en el descanso, a Camoranesi por Pepe y a Di Natale por Gilardino, y a los sesenta minutos del encuentro, con mucho tramo aún por disputar, quemó todas sus naves realizando el tercer cambio, Pazzini por Marchisio, y ni por esas alteró el errático rumbo del campeón mundial.

Y puestos a simbolizar partido tan absurdo ahí está la celebración del gol trasalpino, anotado por Iaquinta tras un discutible penalti de Smith sobre De Rossi, quien sopló las narices del delantero juventino como si fuera una vuvuzela.

¿Acaso el zumbido atroz de esta singular trompeta descoyuntó las meninges de los jugadores italianos y de ahí la explicación a todo?

pocos argumentos Nueva Zelanda, que se asomaba a un mundial 28 años después de la primera y única vez, está configurada por un conjunto de hombres grandes, de muchos kilos, que maniobran con lentitud, son torpes en el manejo del balón y tiene su mayor fundamento en la defensa. Frente a un equipo así, Italia careció de respuestas. Salvo el pelotazo arriba y algunas briosas arrancadas por la banda derecha del veterano Zambrotta, uno de los mejores activos de los azzurri junto a De Rossi, del que Mourinho está empeñado en llevarle al Real Madrid y cuesta saber el por qué viéndole deambulando por el césped del Mbombela Stadium de Nelspruit.

Eso sí. A él le hicieron el penalti a la media hora que sirvió a Italia para evitar un ridículo casi histórico. También protagonizó la única jugada de ataque pensada, un pase interior sobre el área de los All Whites a Iaquinta, quien se revolvió y lanzó el balón fuera de duro disparo (m. 60).

Montolivo, el teórico cerebro de la selección italiana, se atrevió un par de veces a adelantar su posición y de ahí surgieron otras dos acciones de peligro, en una lanzó al poste (m. 26) y en la otra puso a prueba al meta Paston desde fuera del área. Si añadimos un reverso de Di Natale (m. 47), y una ocasión de Zambrota en el último minuto, bien resuelta por Paston, ahí queda todo lo que propuso Italia para intentar ganar el partido sin el socorro de la buena suerte.

Nueva Zelanda, no hizo mucho más, pero se adelantó en el marcador a los siete minutos al aprovechar Smeltz, en claro fuera de juego, un error de Cannavaro tras el saque de una falta, y tuvo en las botas de Wood la victoria (m. 82) cuando culminó una contra con un chut junto a la cepa del poste de la portería rival.

En cierto modo el capitán italiano, que también falló en el gol que su equipo encajó frente a Paraguay en el primer encuentro del grupo F, simboliza la decandencia del campeón.Pero es Italia, a quien se puede dar por muerta, pero jamás por enterrada. Ahí está su impecable historial. Y sus reiteradas resurrecciones.

"Confío en este grupo", afirma Lippi

El seleccionador de Italia, Marcelo Lippi, achacó al infortunio el empate ante Nueva Zelanda (1-1), en la segunda jornada del Grupo F del Mundial y realzó la confianza que mantiene en su actual equipo para lograr el éxito. "Tuvimos mala suerte. Al igual que sucedió contra Paraguay encajamos un gol en la única opción de nuestro rival. Pero hemos reaccionado con determinación. Nueva Zelanda se ha defendido muy bien. Es un equipo muy físico y se ha cerrado muy bien", destacó Lippi. El seleccionador del actual campeón del mundo reconoció, sin embargo, que su equipo debe hacer "algo más en ataque". "Yo no creo que sea una cuestión de jugadores o líneas. Pero tenemos que ser más eficaces", indicó. Marcelo Lippi, que rechazó enjuiciar la señalización del penalti que supuso el empate para Italia y aludió a otras acciones que padeció su equipo, rechazó que la clasificación para octavos esté puesta en entredicho. "No pudimos lograr los tres puntos ante Nueva Zelanda. Pero no pasa nada. Ante Eslovaquia es otro partido y ahí es donde nos jugamos las posibilidades. Si ganamos estaremos en octavos. Si no somos capaces, nos iremos para casa".