el Barça tenía el cartel de favorito en la final de la liga ACB con todo merecimiento, por todos los méritos contraidos a lo largo de la temporada. Campeón de la Liga Catalana, de la Supercopa, de la Copa del Rey, de la Euroliga, primero en la fase regular de la ACB y si esto fuera poco, invicto tanto en cuartos como en semifinales de los play off por el título doméstico. Por lo tanto, no era descabellado decir que las opciones del Baskonia eran mínimas en esta final. El 3-0 a favor de los baskonistas no es fruto del relajamiento catalán ante tanto éxito cosechado, sino a que el cuadro de Dusko Ivanovic ha sabido buscar la manera de cortocircuitar el juego barcelonista. Jugadores de la talla de Vázquez o Morris han pasado desapercibidos y relegados a un segundo plano debido a que no les han llegado balones en ventaja para realizar su juego. No son jugadores que se caracterizan por su creatividad en el ataque, sino más bien por su capacidad para finalizar. A Ndong y a Lorbek no les afectó tanto porque ellos son capaces de generarse su propia ventaja y por lo tanto sobrevivieron a esa falta de espacios y de distribución. Otros como Lakovic o Sada vieron reducida su participación debido a las estrecheces en el marcador y a la falta de confianza de su entrenador, que prefirió mantener a Ricky más minutos de los habituales en cancha. Y otros como Basile y Grimau han tenido muy poca repercusión para intentar cambiar el sentido de la eliminatoria. Por lo tanto, la supuesta superioridad de banquillo por parte barcelonista no fue tal. Dusko sabía que todo esto solo podía pasar si eran capaces de impedir que Navarro y Ricky, con su juego rápido y directo, consiguieran hacer partícipes al resto de sus compañeros. Navarro siempre ha tenido a un perro de presa encima, fuese Oleson, English o Ribas. Ello no le ha impedido anotar, pero sí el pasar en ventaja a los pívots o asistir a un compañero para el tiro exterior. Y de Ricky, podemos decir que no ha estado todo lo fino que se le podía presuponer. Hemos podido comprobar ciertas carencias en su juego muy lógicas para un chaval de -no lo olvidemos- 19 años. Y además del aspecto táctico, el Baskonia ganó al Barcelona en la intensidad, el carácter y el deseo por demostrar que a pesar de todos los problemas a lo largo de la temporada, eran un equipo ganador. Y ese deseo se reflejó en jugadores tirándose al suelo para recuperar un balón, en buenos balances defensivos, en el cierre del rebote por parte de todos, en hacer frente al desgaste físico... Enhorabuena a toda la parroquia baskonista, que sigue haciendo historia y es un ejemplo para todos.
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