De repente, Lionel Messi se hizo grande. Tras el final del partido en el que Argentina ganó por 1-0 a Nigeria, el pequeño entrenador Diego Maradona, que fue uno de los más grandes del mundo, fue hacia Messi, lo agarró de la cintura y lo elevó hacia arriba tanto como pudo. Con ello, Maradona quería mostrar en el Mundial de Sudáfrica a todo el mundo lo siguiente: "Miren aquí, él es el más grande". Si Messi, de 1,69 metros de estatura, será tan grande como una vez lo fue Maradona es difícil de decir ahora. Pero la manera en la que jugó desde el primer minuto y cómo llevó al equipo al triunfo ante los altamente estimados nigerianos fue admirable. Todos se subordinaron a Messi. Jugadores de clase mundial como Tevez, Higuaín, Verón, Mascherano y Di Maria buscaron siempre a uno. Fue una demostración. Pero para ser el mejor jugador del torneo, Messi tiene que marcar goles. En el 1-0 ante Nigeria fue el defensa Heinze el que lo hizo con un remate de cabeza. Messi anotará muchos goles en este torneo, estoy convencido. En los primeros partidos, el mundo del fútbol ha mostrado nuevos desarrollos, pero también ha confirmado las viejas sabidurías. En el caso de Argentina, por ejemplo, que sólo las muy grandes personalidades pueden llegar a ser campeones. En el 2-0 de Corea del Sur ante Grecia se mostró la otra postura, la de la tendencia a un colectivo compuesto por jugadores de combinación pequeños, creativos y laboriosos. Los que son capaces de dejar en ridículo a jugadores experimentados que intentan pases largos, como es el caso de los griegos, campeones de Europa en 2004. Corea del Sur no será campeón del mundo, pero se ha acercado al fútbol de los grandes países. Lo que me sorprendió fue el 0-0 de Francia con Uruguay. Que los uruguayos tienen una defensa fuerte lo sabemos todos desde 1930, cuando fueron campeones del primer Mundial. Pero se vio a un equipo conservador y Francia no pudo siquiera crear ocasiones de gol. Vi cómo Ribery, jugador nuestro en el Bayern Múnich, transitaba por la banda izquierda completamente solo, sin ayuda, porque los franceses no fueron capaces de combinar. No puede ser todo cuestión de que Zidane ya no juega más en el equipo. Creo que los franceses encaran tiempos difíciles en lo futbolístico. Y lo que vi en el 1-1 de Inglaterra contra Estados Unidos tuvo poco que ver con el fútbol. Pareció que los ingleses habían caído de nuevo en los malos tiempos de pelotazo y a correr. No sé si el seleccionador nacional, Fabio Capello, puede salvarlo. Se paga que en los principales equipos de la Premier League jueguen pocos ingleses y sí las mejores estrellas del mundo del fútbol. Durante semanas me ilusionó el partido inaugural de Sudáfrica contra México. Y como se vio, estaba justificado. Ya sabíamos de antemano que México puede jugar bien al fútbol. Había dudas de que lo pudiera hacer Sudáfrica. Por supuesto que los jugadores del equipo anfitrión estuvieron nerviosos en la primera parte, pero en la segunda mostraron un bonito fútbol de combinación y tuvieron mala suerte con su remate al poste en el último minuto. Cómo se pararon para escuchar el himno nacional y cómo cantaron llenos de entusiasmo fue una señal para el resto: "Queremos lograr algo aquí". Mucho se ha discutido sobre las vuvuzelas, esas trompetas que hacen tanto ruido durante los 90 minutos y por las que algunos se sienten molestos. Yo soy mucho más tolerante. Todo país tiene sus costumbres. Deberíamos ser corteses y respetar las costumbres de los sudafricanos. Ahora ya puedo felicitar a los organizadores. Los estadios se han terminado de manera impresionante. El nuevo Soccer City en Johannesburgo es ya uno de los más bonitos del mundo. Esperemos que este torneo siga tan bien como ha comenzado.
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