vitoria. "Llevo ya cinco años sin parar y la verdad es que el gusanillo del ochomilismo sí que me ha entrado. Existe ese cierto pique, atracción o no sé lo que es, pero sí que tengo la cosa del Himalaya cada vez más presente. Cada año intento subir un poquito más el nivel de dificultad y afrontar retos novedosos y complicados". Quien así habla es Roberto Rojo, Gorri.

Pues bien, este verano el alpinista laudioarra dará un paso adelante en sus expediciones. Junto a su inseparable y fiel amigo y a su vez compañero de trabajo en el Cuerpo de Bomberos de Aiala, el gasteiztarra Carlos Martínez, afrontará un reto complejo. Mucho.

La envergadura es máxima y la dificultad extrema, habida cuenta de que los dos montañeros alaveses seguirán fieles a sus principios y no utilizarán sherpas, ni porteadores de altura, ni oxígeno y tan sólo las cuerdas fijas que sean estrictamente necesarias en su intento de encadenar el Gasherbrum II (8.035 metros) y el Gasherbrum I (8.068 m.), cuyo nombre significa montaña hermosa, el próximo mes de julio. Dos ochomiles seguidos. Más esfuerzo físico. La exigencia aumenta. Y es que si todo va bien, Gorri y Martínez tienen previsto hollar el G-II a mediados de julio, por lo que el tiempo para atacar el G-I es mínimo. El billete de vuelta desde Islamabad a Vitoria lo tienen el 3 de agosto, lo que les deja casi sin margen ya que deben abandonar el campo base como muy tarde el 27 de julio para así disponer del tiempo necesario para llegar hasta la capital pakistaní y coger el vuelo de regreso.

Esta premura les obligaría a los dos alaveses a acometer el ataque al G-I en estilo alpino. Un ataque rápido, con el mínimo material, para poder llevarlo a cabo en el menor tiempo posible. "Desde que se haga cumbre en el G-II, tendrán que pasar cinco o seis días para recuperar fuerzas y poder ir después al G-I. Todo dependerá de cómo acabemos la primera ascensión. Si nos toca abrir huella como en el Cho Oyu y acabamos fundidos pues igual tendremos que renunciar, pero todo eso ya se verá".

De momento, el reto ya lo tienen en mente. Coronar las dos cimas del Karakorum pakistaní. El G-II, el más bajo de los 14 ochomiles con sus 8.035 metros y el G-I o Hidden Peak, el undécimo en altura de la lista con sus 8.068 metros. Pese a que ambas cimas están en las últimas posiciones en el ránking de peligrosidad -el G-I es décimo con una veintena de muertes en las más de 160 expediciones que han hecho cumbre lo que supone un 10% y el G-II es el penúltimo con sólo un 4%-, los riesgos siempre están presentes en estas dos moles. De hecho, un montañero de la talla de Félix Iñurrategi murió en la vía normal del G-II en 2000 debido a una fatalidad, como fue el hecho de que se rompiera el anclaje del rápel del que colgaba mientras descendía.

EL PELIGRO DEL "SERAC" Gorri y Carlos Martínez no son ajenos a los peligros que hay en el Himalaya. Por eso, actuarán con cautela. Sin correr riesgos innecesarios. "La mejor cima es volver enteros". Ése siempre ha sido su lema. Lo tienen claro. Por eso, aunque su idea inicial no es utilizar cuerdas, son conscientes de que quizá tengan que echar mano de ellas en algún momento. "Hay un paso peligroso entre el campo I y el II del Gasherbrum II con un serac, en la que en función de cómo esté el hielo lo más conveniente sea utilizar las cuerdas fijas, bien las nuestras o alguna que hayan puesto alguna de las expediciones que están por allí", comenta Gorri.

De momento, la aventura ya está en su cuenta atrás. Este viernes 11 de julio tomarán un vuelo desde Madrid a Islamabad vía Qatar. Un día más tarde cogerán un nuevo avión que les lleve hasta la localidad de Skardu, desde donde se inician todos los trekkings de la zona. Gorri y Martínez llevarán a cabo la marcha de aproximación del Baltoro. Cinco o seis días de caminata por un paraje espectacular en pleno Karakorum. A un lado el K-2, el Broad Peak y las Torres del Trango y en el otro el macizo del Gasherbrum.

Este trekking les servirá para lograr una "perfecta aclimatación". "Salimos desde 2.700 metros y cada día andaremos unas cinco o seis horas en las que subiremos un desnivel de 400 metros. Es algo que vas haciendo poco a poco y nos vendrá muy bien para cuando lleguemos hacia el 20 de junio al campo base a unos 5.000 metros". Ahí empezará la ascensión. El plan de ruta ya lo tienen establecido. Tres campos de altura, además del campamento base. El primero a 5.800 metros, el segundo a 6.400 y el tercero y último, desde donde esperan atacar la cumbre, a 7.100. Si todo va bien, entre la segunda y tercera semana de julio pisarán el techo del G-II. Después vuelta hasta el campo base para recuperar fuerzas y atacar en estilo alpino el cercano G-I. De hecho, ambas cumbres comparten el campamento base y el primer campo de altura.

Si terminan con éxito este doble reto, Carlos Martínez tendrá ya tres ochomiles en su currículo tras la ascensión al Makalu (8.463 m.) en 2008. Gorri, por su parte, habrá aumentado la lista a seis -El Broad Peak (8.047 m.) en 2006, el Nanga Parbat (8.125 m.) en 2007, el Makalu junto a Martínez en 2008 y el año pasado el Cho Oyu (8.201 m.) junto a Estitxu Salinas, la primera alavesa en ascender una cumbre de más de ocho mil metros-.

Pese a que el laudioarra no habla abiertamente de completar los 14, está en camino. Casi tendría la mitad. Eso sí, de momento su principal objetivo es aumentar el nivel de exigencia. Este verano lo va a hacer con su intento de encadenar el G-II y el G-I. Al más puro estilo además y como siempre recuerda el propio Gorri autofinanciándose. "Los 8.000 euros que nos cuesta a cada uno la expedición salen de nuestro bolsillo". Una dificultad más.