vitoria. Tres meses después de la inauguración de la grada del campo de fútbol de San Martín los problemas ya acechan al recinto. Los 1,3 millones de euros que destinó en su día el Ayuntamiento de Vitoria a la construcción de la nueva tribuna no han servido para que a los pocos días de su puesta en marcha, las instalaciones presenten un aspecto lustroso, sino todo lo contrario.

De hecho, son muchos los desperfectos y carencias que asolan al nuevo graderío, con capacidad para 350 espectadores y que además alberga en sus entrañas una oficina del club, seis vestuarios, un almacén y un gimnasio que no se destina para tal uso.

Y es que pese a que la nueva grada de San Martín está lista desde el pasado 15 de marzo, el estado actual del mismo aparenta años de deterioro. Abolladuras, cristales rotos y falta de redes protectoras son las más visibles cuando no han transcurrido siquiera 90 días desde que la instalación está en uso.

QUEJAS QUE CAEN EN SACO ROTO Por todo ello, las quejas de los rectores del San Martín no se han hecho esperar. Julián Valverde, presidente de la entidad gasteiztarra, alerta del peligro que conllevan los más de 17 cristales rotos de la primera fila de la tribuna. "Eso es un peligro, ya que se puede caer y puede hacer mucho daño a cualquier persona que pase por debajo y algún día puede haber un disgusto", avisa. Algunos de ellos han sido protegidos con cinta aislante para evitar su desprendimiento, pero temen que en cualquier momento puedan ir al suelo "provocando una desgracia".

Valverde lamenta que las continúas quejas que han enviado al Departamento Municipal de Deportes hayan caído hasta ahora en saco roto. "Siempre hablan de que hay que cumplir un procedimiento, pero al final va a pasar algo y cuando lo vayan a arreglar pude ser demasiado tarde". Lamentablemente, las deficiencias no acaban ahí. Valverde aumenta la lista de problemas que hay en estos momentos en el recinto. El presidente exige el cierre de los accesos a los vestuarios para evitar la entrada de intrusos a las instalaciones. "Esto el fin de semana es un lugar habitual para hacer botellón", se queja. El San Martín tampoco comprende cómo los focos de iluminación siguen desorientados y el gimnasio tan sólo se pueda usar de almacén ya que "no se dispone de un equipamiento adecuado". El club sigue a la espera que desde el Ayuntamiento cumplan sus promesas y arreglen el graderío de San Martín. Nuevo porque no tiene ni tres meses, pero añejo por el estado en el que se encuentra.