Cuando las cosas están claras, no hay que ser un adivino para pronosticar y acertar. Decir que en verano va a hacer más calor que frío, que los precios van a subir o que el autosuficiente Mourinho va a hacer que los enemigos del Real Madrid sean más enemigos aún, es apostar claramente a caballo ganador. Y es que hay cosas en la vida que no admiten duda y que podría firmarlas el asturiano Perogrullo.

Rafael Nadal ha ganado Roland Garros a pesar de muchas cosas. A pesar de sus lesiones, a pesar de su sequía de títulos durante un largo año, a pesar de las críticas asesinas, a pesar de sus problemas afectivos y a pesar del público francés. Pero el pronóstico no admitía variantes. Un jugador que ha ganado todo lo ganable en los últimos meses y en la misma superficie de París, tiene que llegar y vencer. No admite dudas. Pero, ¿por qué este cambio en Nadal?

En realidad no ha habido ningún cambio. Rafa estaba en la fresquera porque no se sentía bien. Nada más. Quien quiso ver fantasmas los vio, pero no eran más que alucinaciones. Hay datos que siempre han dicho que Nadal iba a volver con la fuerza que tuvo antes y es que este jugador no es un jugador cualquiera. Muchos aparecen y desaparecen de las listas ATP porque no tienen capacidad o porque, simplemente, no son disciplinados, o no valoran lo que tienen, o falla el entorno. A Nadal no le falta nada de esto. Su capacidad es de todos conocida, disciplina le sobra, valora lo que está viviendo y el entorno no le falla. Entonces, ¿por qué dudar de su retorno?

Nadal ya es número 1. Ahora va a vivir tiempos favorables porque el año pasado, debido a todos sus problemas, no consiguió apenas puntos y tiene poco que defender. O sea, que el pronóstico tampoco es difícil en este momento, lo que no quita para que los de siempre estén esperando con el hacha para rematarlo en el caso de que un ligero mareo le haga tambalearse. Es la condición humana. Y si no le toca a Rafa, le tocará al autosuficiente Mourinho.