La pasada campaña la escudería Brawn GP, ex Honda y actual Mercedes GP, trajo consigo a las parrillas de la Fórmula 1 un innovador invento. Una creación de Ross Brawn que instauró un punto de discordia a lo largo de la campaña 2009 y gracias al cual, muchos consideran, ganó a la postre el título mundial con Jenson Button al volante. Se trata del doble difusor instalado en la parte trasera del monoplaza, un sistema que permite optimizar el aprovechamiento del aire, redirigiéndolo por la parte inferior del coche, lo que aporta un mayor agarre sobre el asfalto. Fue la revolución de la campaña. Hasta el punto de que toda la competencia terminó aplicando la técnica en sus bólidos. Pero fue demasiado tarde para ellos. Para entonces, Brawn GP ya tenía suficientes puntos en su casillero como para privarle de ser el equipo campeón.
Y como el automovilismo sigue demostrando que goza de mucha salud, de mucho futuro por delante, en la actualidad, un año después del nacimiento del doble difusor, la escudería McLaren se ha erigido en pionera de una invención llamada a revolucionar el paddock. No en vano, equipos como Ferrari, Mercedes o Sauber ya trabajan en su aplicación, una vez visto el resultado obtenido por las flechas plateadas de Lewis Hamilton y el propio Button, este último aliado con la fortuna de los nuevos cambios. Ahora la panacea es el denominado F-duct (Conducto-F en castellano), llamado así por su forma de letra efe.
El mecanismo es una entrada de aire en el morro del coche que está conectada por medio de un conducto en forma de efe que pasa por el copkit (habitáculo del piloto), el depósito de combustible y la aleta de tiburón. Por allí discurre el aire para generar un flujo a lo largo de todo el monoplaza, lo que reporta una mayor carga aerodinámica, y, por consecuencia, mayor adherencia al firme en el paso por curva.
Pero el mecanismo no solamente es útil en los ángulos, también es eficaz en las rectas, donde más se aprecia a simple vista su efecto. En ellas, Button y Hamilton pulsan con sus rodillas izquierdas una válvula que cierra el conducto de aire de la nariz del coche para redireccionar dicho aire al alerón trasero y restar así resistencia al viento, para ganar en torno a siete kilómetros por hora más que el resto de bólidos que no montan el mecanismo.
partido al vacío legal Dicha innovación llevada a cabo por McLaren aprovecha vacíos en la reglamentación de la Fórmula 1, como en su día sucediera con los dobles difusores de Brawn GP. Y es que la ley reza que ninguna parte móvil del monoplaza puede poseer una aplicación aerodinámica, lo que se consigue pulsando con la rodilla del propio piloto la válvula que cierra el conducto.
Sucede que hasta la fecha, las flechas plateadas no habían demostrado todo su potencial, que permanecía aún escondido, discreto, invisible, entre las tripas de los bólidos, dado que el mecanismo es más notable en trazados con grandes rectas, como fue ayer el caso de Shanghai, donde McLaren dio un golpe sobre el asfalto y alcanzó un doblete que no firmaba desde 2007, cuando Fernando Alonso y Lewis Hamilton se disputaron un título que ganaría Kimi Raikkonen. El asturiano ya advirtió sobre los efectos del Conducto-F de cara al Gran Premio de China. No se equivocó. Ahora McLaren está por delante, en la clasificación y en desarrollo. Parecían los Red Bull los más avanzados, sin embargo, ha surgido dura competencia. Ferrari cada día tiembla más.