vitoria. El Annapurna ha despertado. La mole nepalí ha perdido ese carácter benévolo que mostró de forma sorprendente semanas atrás y ha respondido con un golpe inesperado. Por sorpresa. Más aún cuando hasta la fecha la montaña se había dejado querer y Edurne Pasaban y su grupo habían contado con buenas condiciones climatológicas para equipar hasta el campo 3.
Sin embargo, una avalancha se llevó por delante un depósito de material con los 500 metros de cuerda que les quedaban y que habían dejado entre los campos 2 y 3. Ese era el material que necesitaban para equipar la ruta del campo 3 hasta la cima y que perdieron por culpa del alud.
Pese a la mala noticia, afortunadamente para ellos, Juanito Oiarzabal ya había llegado al campo base y cedió 600 metros de sus propias cuerdas para que los sherpas de la tolosarra pudieran seguir trabajando. Además, el mal tiempo que asola al campo base les ha dado un pequeño margen de unos días para que les envíen más material desde Katmandú en un helicóptero.
Es la recta final de la expedición y no hay tiempo que perder. Pasaban lo tiene claro. Y es que las condiciones meteorológicas van a mejorar y mañana tienen previsto subir de nuevo al campo 2 y el sábado hasta el 3, para acabar de montarlo, dormir allí, concluir la aclimatación y equipar la zona alta de esta ruta. Si se cumple el plan previsto, la tolosarra confía en poder hacer cima el 10 de abril.
De momento, Edurne disfruta de la compañía de viejos conocidos. Juanito llegó ayer con sus compañeros de expedición, los aragoneses Carlos Pauner y Javier Pérez y el mallorquín Tolo Calafat.