Vitoria. Aitor Zubieta seguía celebrando ayer su primer título como pelotari profesional. Tras el encuentro, en el frontón de su localidad natal de Etxarri Aranatz acompañado por un montón de amigos, mientras que ayer lo hizo de forma más íntima en compañía de sus familiares más cercanos. Eso sí, alternando los festejos con las numerosas entrevistas que tuvo que conceder. Los rigores del éxito, pero, según el nuevo campeón del Parejas, "esto no se vive todos los días y para mí es una cosa muy de agradecer". El zaguero navarro asimilaba su triunfo en compañía de Xala y desgranaba todos los asuntos del duelo que disputó el domingo en el Ogueta y los instantes posteriores al mismo, esos en los que se dió su particular baño de gloria. No es para menos.

"Parecía que el pueblo estaba en fiestas", reveló ayer Zubieta, al que el cansacio acumulado le pasó factura durante la noche más larga de Etxarri Aranatz y, al contrario de lo que dictaba el pronóstico de la cátedra (otra bien distinta a la que dictamina el favoritismo de los pelotaris en un partido), no fue de los últimos en retirarse a descansar. Y es que ayer prefirió dedicar algo de tiempo a los suyos después de liberar tensiones con sus amigos. Desde el epicentro de la fiesta, Zubieta atendió ayer a este periódico.

¿Cómo fue la celebración de su primera txapela?

Todo fue muy bonito. Después del partido vinimos a Etxarri Aranatz. Estaba todo el pueblo lleno, pero no sólo por la noche. Me dijeron que por la tarde se llenaron los bares para ver el partido en directo. Me esperó un montón de gente en la puerta del frontón del pueblo y prepararon una traca de petardos inmensa a la que tuve que dar fuego. Además, me recibieron con una gran ovación y entré en el frontón a hombros. Después hubo una gran cena popular. Fue todo muy bonito y muy emotivo.

¿Cómo se sintió al entrar a hombros en el frontón de su pueblo?

Una pasada, la verdad es que no me lo esperaba.

Y después llegó el momento de liberar tensiones.

La verdad es que no he tenido nervios, ni siquiera el día de la final, pero la verdad es que sí que llegué a sentir algo de presión. Han sido tres meses de campeonato con mucha tensión y, cuando se acaba, los sueltas todo. Además, hacerlo con la txapela, con un recibimiento tan bonito como el que me ofreció mi pueblo y con una fiesta con los más cercanos, fue todavía más satisfactorio.

Habrán sido muchos los que le han dado la enhorabuena, pero ¿ha recibido alguna felicitación especial?

Tengo el móvil a reventar de felicitaciones, además de las que estoy recibiendo en la calle, las que recibí en la cena... Todo el mundo que pasa por la calle me para y me dice algo. Estoy muy contento. Todas son igual de importantes para mí: las de mi familia, las de mis amigos... No puedo destacar ninguna en especial.

Recuperemos algunos momentos de la final. Por ejemplo, el partidazo de Xala, su compañero.

Creo que los cuatro hicimos un buen partido. Ninguno desentonó. Los cuatro hicimos un partido duro, serio. Lo que ocurre es que nuestra táctica, la de Xala y la mía, era la de intentar apretar a Laskurain entre los dos. Sabíamos que, si no le dábamos tregua y le seguíamos apretando, a partir de la mitad del partido bajaría un poquito, aunque Laskurain siguió jugando bien. Y así fue. Luego, yo también conseguí arrimar más la pelota, le dí con mucha velocidad buscando la pared izquierda y Xala encontró un poquito más de pelota. Fue el momento en el que comenzó a acertar adelante, a hacer más tantos. Sí que Xala apuntilló de una forma especial al final, pero creo que en el último tramo del partido recogimos el fruto del trabajo mutuo que hemos realizado a lo largo de todo el campeonato.

Usted mantuvo una dura pelea con Laskurain en la zaga, aunque dió la impresión de que se amoldó al frontón mejor que su rival.

Sí. Fui mentalizado de cuál era mi trabajo. Fui a quitarle toda la pelota que pudiera a Gonzalez, a arrimar y a darle a la que tuviera adelante. Y eso es lo que hice. Me salió todo al pie de la letra. Apenas fallé. Salvo algún error que cometí al principio, creo que no fallé en todo el partido y además hice algunos tantos. En este sentido estoy muy satisfecho. Además, a mitad de partido me fastidié las manos, pero llegué concienciado para hacer mi trabajo y, aunque me dolían, seguí haciéndolo.

¿Por qué cometió errores al principio? ¿Fue por culpa de los nervios?

Más que nervios, fue que me costó un poquito aterrizar. Me costó un par de tantos hacerme a la idea de que era una final, a meterme en la tensión del partido, aunque estaba preparado para jugar. A veces te falta un poquito la tensión, pero, por suerte, sólo me faltó durante un par de tantos. A partir de ahí, que fue cuando hubo un tanto un poco más peloteado, ya me encontré muy cómodo.

En esos malos momentos encontró la ayuda de Xala.

Sí, pero al final hicimos lo que habíamos hecho durante todo el campeonato. Sabíamos que el trabajo tenía que ser mutuo: yo le cubro las espaldas cuando él va hacia adelante; y viceversa. Sabemos que, en este aspecto, tenemos que ir alternándonos. Es lo que hemos hecho durante todo el torneo y también lo hicimos el día de la final.

Con el 14-21 se tuvo que retirar al vestuario. ¿Qué ocurrió?

Se me subió el cuádriceps de la pierna derecha por un problema con la rodillera, y se me subió hasta arriba. Me hizo mucho daño y la verdad es que no podía jugar. Los masajistas tuvieron un trabajo bastante duro, pero al final consiguieron bajarme los cuádriceps y pude terminar el partido. Sabía que con el equipo médico que teníamos iban a arreglarlo. Ahora tengo la zona totalmente morada, pero con la txapela duele menos.

¿Se le llegó a pasar por la cabeza la posibilidad de no volver a salir?

Fue un susto grande, pero sabía que los masajistas lo iban a solucionar. Estaba convencido de que iba a salir. Es más, creo que les dije que, si hacía falta, salía a jugar con un pie.

Nada más regresar a la cancha, tuvo una charla con Xala. ¿Qué le dijo?

Eso es secreto de sumario (risas). La verdad es que intenté tapar lo que realmente ocurría, demostrarle que estaba bien porque él no tiene que tener dudas de mí. Intenté calmarle y decirle que teníamos que hacer ese tanto como fuera, que era el 21-14 y que había que cerrar el partido a la primera. Y así lo hicimos.

Y ahora, ¿qué?

Hoy (por ayer) he tenido un poco de descanso, pero a partir de mañana (por hoy) tendré que regresar a la rutina de mi entrenamiento.

Para preparar el mano a mano de Segunda. ¿Le da pena no tener plaza en el de Primera?

Muchísima, pero han entrado pelotaris muy buenos y han reducido tanto la competición que algunos nos hemos quedado fuera. Pero todavía no he tenido tiempo de pensar en el mano a mano. A partir de mañana (por hoy) planearemos el torneo y a final de semana haré pruebas para ver si he recuperado bien las manos y la rodilla.

Tras ganar su primera txapela, ya estará pensando en la siguiente.

Claro que sí. Para mí es un orgullo. Después de tantos años de trabajar muchísimo, al final he conseguido ganar la txapela, que es el sueño de todos. Ahora, después de comprobar que, si trabajamos duro, se puede conseguir, la motivación para seguir trabajando es máxima. A ver si la próxima llega lo antes posible.