Jugar ante Nadal era como si te encendieran el flexo en una mesa de interrogatorios. No vencía a los rivales, los extenuaba, los destruía física y psicológicamente". Cualquiera de sus adversarios podría poner voz a esto incluso ahora que el mallorquín vuelve al anonimato por culpa de una nueva dolencia. Los datos no engañan: durante el curso pasado todos los inquilinos de los diez primeros puestos de la clasificación ATP (y muchos más) sufrieron algún tipo de percance que les obligó a decir basta, a excepción de Roger Federer, que también paró pero por una simbiosis entre familia, cansancio y precaución. Cuando Agassi asistió a la explosión del balear advirtió de que estaba "extendiendo cheques en blanco contra su cuerpo". Para colmo, el de Manacor sufre de pronación: sus pies apoyan hacia adentro. Ello, unido a que sólo calza un 42 para su 1,87 metros de altura, genera una descompensación que corrigió con plantillas especiales y trabajo. Ya en 2004 y 2005 arrastró lesiones en su pie izquierdo. Ese último año sus rodillas empezaron a quejarse. Además, la pista rápida sobrecarga los tendones y sus molestias se hicieron crónicas. Pero sus compañeros de profesión también se enfrentan al vía crucis señalando un culpable: el sobrecargado calendario y el competitivo sistema de puntuación, teoría que la ATP desmonta con sus tesis. Nadal, Murray, Del Potro, Davydenko, Roddick, Tsonga, Verdasco, Soderling, Simon, Monfils, Haas, Ferrer, Nabaldian, Djokovic, Almagro, Wawrinka, Ljubicic, Feliciano... Y así hasta el reciente título en Australia de Serena, que jugó soportando cinco dolencias distintas. ¿Por qué resiste Federer? Los médicos coinciden: "Es privilegiado genética y biomecánicamente. Su estilo hace el resto". Fatiga, descompensación y debilidad muscular o técnica defectuosa, entre otras, son las causas de tanta lesión, en su mayoría traumáticas. Hay razones palpables: la temporada se prolonga hasta primeros de diciembre; el 70% del calendario se celebra sobre superficie dura, donde las frenadas son más bruscas y los cambios de dirección se sienten más sobre el cuerpo (en 2009 hasta nueve abandonaron en Shanghai); no hay receso a mediados de año, donde se concentran Roland Garros, Wimbledon y el USA Open en un trimestre; y los desplazamientos trascienden del jetlag. Pero la ATP Tour no da su brazo a torcer. Según un estudio de su servicio médico, compuesto por los doctores David Altchek y Per Renström, "las estadísticas muestran que los porcentajes de abandonos han permanecido en cifras del 2%. No existe una tendencia que apoye el argumento de demasiados partidos. Y las lesiones ocurren con mayor frecuencia sobre arcilla". Los tenistas ofrecen otra versión: "Los treinta primeros de la clasificación deben presentarse a los cuatro grandes, a ocho de los nueves Masters 1000 y a cuatro Masters 500. Los ocho primeros deben participar en el Masters Cup y algunos están en la Davis". Es lo que recoge el libro de reglas de la ATP, más de 270 páginas de cláusulas, incluida ésa donde se les obliga a atender dos horas por semana a la prensa. Eso sí, sus integrantes reciben miles de euros incluso por perder y viven de su imagen a lo largo y ancho de los cinco continentes, con derrotas en primera ronda que se pagan hasta con 10.000 euros. Federer ingresó 4,19 millones de euros en 2009 (40 millones de euros en su carrera), Nadal acumuló 3,9 y Feliciano, 319.00 euros. Los tenistas están sometidos a la coincidencia de intereses de sus agentes y de los torneos, ya que las firmas de representantes son propietarias de muchas de las citas. Sus contratos privados recompensan largamente sus esfuerzos. El negocio va bien; los cuerpos, todo lo contrario.