El doctor Samuel Fergusson, sabio y explorador inglés, acompañado por su criado Joe y por su amigo Dick Kennedy deciden cruzar África en globo en busca de las fuentes del Nilo. Con brevedad telegráfica, así se resume la primera novela de Julio Verne, Cinco semanas en globo, que sirve como metáfora de la presentación del equipo ciclista Euskaltel Euskadi, vivida ayer en el Palacio Euskalduna de Bilbao. Fue precisamente eso, un globo de hidrógeno, el hilo conductor de la tardenoche; un balón repleto de gas que asomó en el vídeo promocional (empezó con Samuel Sánchez en el Guggenheim, lanzando al aire el esférico que paso de mano en mano por todos los ciclistas, enclavados en diversos roncones con encanto de Euskal Herria, hasta llegar a manos de Miguel Madariaga, quien, ya en carne y hueso, entró en el auditorio con él para cedérselo a Igor González de Galdeano...) que cautivó a los presentes . Y hubo también un viaje a los primeros manantiales de aquel naciente equipo Euskadi, un club de titanes en el que corría Agustín Sagasti, el primer hombre que logró un victoria bajo ese maillot. Su trágica muerte en noviembre del pasado año fue recordada ayer en el momento más emotivo del día, cuando se proyectó un vídeo en su memoria, momentos antes de que sus padres, Agustín Sagasti e Isabel Alegría subieron al escenario para recoger la salva de aplausos, un ramo de flores y una fotografía enmarcada de su hijo. ¿Las cinco semanas, dice usted...? Las tres del Tour y otras dos que salen de la suma de las carreras disputadas en Euskadi.

Testigos de este alud de emociones fueron los lehendakaris Patxi López, visitante de primer año de la puesta de largo de Euskaltel Euskadi que aprovechó para recordar a Vicente Blanco, El Cojo, primer vasco que corrió el Tour, y José Antonio Ardanza; el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, el director general de Euskaltel, Alberto García Erauzkin, el director de Deportes, Patxi Mutiloa y gente vinculada a la organización del ciclismo como el presidente de la Federación Española, Carlos Castaños, el seleccionador, José Luis de Santos, el organizador de la Vuelta a España, Javier Guillen o los organizadores de la Vuelta al País Vasco, Jaime Ugarte y Julián Eraso.

El patio de butacas del Palacio Euskalduna era un hervidero de nombres propios que se acercaron a dar la bienvenida a una nueva ilusión. Lo hicieron, entre otros, el presidente de la BBK, Mario Fernández y su antecesor en el cargo, Xabier de Irala; la consejera de Cultura, Blanca Urgell, Iñaki Galdós, Claudio Rodríguez; gente de la montaña como Iker Pou, Josune Bereziartua o Alberto Iñurrategi entre otros; el jugador del Athletic, Koikili Lertxundi, los pelotaris Ruben Beloki, Oiñat Bengoetxea y Aritz Begino, el presidente de la Federación Vasca de Padel, Julio Alegría, Isidoro Beltrán, Pilar Ardanza, Josune Ariztondo, Juan Mari Aburto, Peio Basozabal, Jon Mancisidor, Juan Mari Saenz de Buruaga, Irene Pardo, Itziar Garamendi, el presidente de Sabino Arana Fundazioa, Juan Mari Atutxa, Gabino Martínez de Arenaza, Isabel Muela, el pintor Anton Hurtado, tío de Igor Anton, y un sinfín de nombres propios que vivieron la tarde a flor de piel.

"Vengo a descubrir un nuevo mundo" susurró, con esa voz cadenciosa que nace allende los Pirineos, Romain Sicard, la gran esperanza naranja de este año, dicho sea con permiso de Samuel. No en vamo es campeón del mundo sub-23. Fue durante una de esas entrevistas a vuelapluma servidas por Pedro Mari Goikoetxea y Edurne Ormazabal para agilizar la gala. Hubo también momentos insólitos, como cuando Patxi López trató de cabalgar una burra junto a los hermanos González de Galdeano, Igor y Álvaro; cuando José Luis Bilbao lanzó el grito de ¡sois la selección nacional vasca de ciclismo! o cuando el globo, ingobernable, saltó de mano en mano por el patio de butacas, palmeado por los presentes.