MADRID. El jamaicano Usain Bolt ha reventado el mercado del atletismo mundial al repetir un año después, en los Mundiales de Berlín, el "milagro" de los Juegos Olímpicos de Pekín, con tres nuevas medallas de oro y dos récords mundiales, los de 100 y 200 metros.
Bolt acapara de tal modo los espacios deportivos en los medios de comunicación, que figuras hasta hace poco no menos rutilantes como Kenenisa Bekele y Yelena Isinbáyeva quedaron relegados a posiciones muy secundarias.
Los Mundiales de Berlín planteaban un difícil reto a Bolt, que necesitaba repetir la hazaña de Pekín para que los aficionados no pensaran que la explosión del Nido de Pájaro fue flor de un día.
En el mismo estadio Olímpico berlinés donde Jesse Owens construyó su leyenda con cuatro medallas de oro olímpicas en 1936 (100, 200, 4x100 y longitud), Bolt repitió su triplete de los Juegos, rebajando por idéntico margen de 11 centésimas los récords mundiales que acuñó en la capital china para dejarlos en 9.58 y 19.19.
En los Mundiales, Bolt y, en general, el atletismo jamaicano volvieron a poner contra las cuerdas a Estados Unidos en pruebas de velocidad al ganar cinco de las diez medallas de oro posibles.
Se esperaba con inusitada expectación grandes duelos, pero ninguno acabó de plasmarse en la práctica. El primero de todos, el que enfrentaba a Bolt con Tyson Gay en 100 metros, no tuvo color. El estadounidense, con 9.71, se elevó al segundo puesto en la lista de todos los tiempos, pero nada comparable a los 9.58 del jamaicano.
Tampoco cuajó el duelo en 200. Tyson Gay se quitó de en medio alegando un agravamiento de sus molestias en la ingle, y Bolt sentenció ya en los tacos de salida, ejecutando, de forma sorprendente, la salida más rápida de todos los finalistas (133 milésimas).
En 400 se esperaba más igualdad entre los norteamericanos LaShawn Merrit, campeón olímpico en Pekín, y Jeremy Wariner, pero éste se entregó apenas comenzada la recta de meta.
En longitud tampoco se dio la anunciada batalla entre Irving Saladino, campeón mundial y olímpico, y el estadounidense Dwight Phillips. El panameño, incomprensiblemente, cometió tres nulos en la final y se fue a casa sin marca.
El único gran duelo que sí tuvo ribetes de gran batalla fue el de salto de altura entre la croata Blanka Vlasic y la alemana Ariane Friedrich, resuelto a favor de la primera con un salto de 2,04.
El tercer récord mundial de los Mundiales de Berlín pasó casi inadvertido. La polaca Anita Wlodarczyk tuvo la mala fortuna de batir la marca de martillo (77,96) el mismo día en que Bolt se colgó, con el relevo 4x100, su tercera medalla de oro.
Kenenisa Bekele fue el otro gran triunfador de Berlín, pero su doblete sin precedentes (5.000 y 10.000) también fue eclipsado por Usain Bolt.
El capítulo de fracasos tuvo un nombre ilustre: Yelena Isinbáyeba, que no fue capaz de hacer un solo salto válido en la final, permitiendo un inesperado doblete para Polonia con Anna Rogowska (4,75) y Monica Pyrek (4,65).
Una semana después, la rusa olvidó sus penas en Zúrich con su récord mundial número 27 (5,06). Pocas semanas después, fue galardonado con el Premio "Príncipe de Asturias" de los Deportes.
La gran polémica de los campeonatos tuvo por protagonista a la sudafricana Caster Semenia, que arrasó en 800 (1:55.45). Su aspecto físico desató sospechas acerca de su feminidad y en pleno Mundial se supo que estaba siendo sometida a pruebas de verificación de sexo.
El proceso, que levantó ampollas en Sudáfrica, aún no ha terminado.
La Golden League cerró su última temporada (en 2010 será sustituida por la Liga de Diamante) con tres invictos: Bekele, Sanya Richards e Isinbayeva se repartieron el millón de dólares.