dE poco vale reconocer que los propósitos contenidos en la reunión mantenida por los jugadores y cuerpo técnico el pasado martes son dignos de alabanza si no sirven para poner freno a la inseguridad e irregularidad en el juego y a la inestabilidad de una plantilla que no ha dado todo lo que de ella se esperaba. En las circunstancias actuales, crisis de juego y resultados, la persistencia en la situación puede acarrear unas consecuencias funestas a título individual y colectivo. Si el objetivo era motivar, entonces no parece que se consiguiera. O, al menos, no inmediatamente. Si el objetivo era convencerles de la viabilidad de un proyecto tendremos que seguir esperando unas cuantas jornadas más pues por lo visto ayer dudo de que se logre a corto plazo. De lo que no se trataba era de ser solamente elocuentes, que de eso andamos sobrados, sino de que el grupo acepte el mensaje y decida actuar en conformidad a lo expresado. Y por lo visto, o no han entendido el mensaje o no son capaces de llevarlo a la práctica.

De poco ha valido hasta ahora que los hayan considerado, supuestamente, como la mejor plantilla del grupo porque lejos de beneficiarles les ha perjudicado notablemente y se han dado cuenta de que con eso solamente no sirve para sacar adelante los encuentros. El Alavés no consigue manejar la presión y la mente de sus jugadores se nubla. Sí ha servido como acicate a los rivales que salen más motivados y los superan en numerosas ocasiones, la mayoría de ellas no exentas de técnica. Para los albiazules ha supuesto una rémora tan grande que los ha atenazado y no han llegado al nivel esperado. No han sabido sobrellevar esta presión añadida de ser el equipo a batir, quizá porque ellos mismos tampoco lo hayan creído nunca. En el encuentro de ayer, salvo contados minutos del segundo periodo, no superaron a sus rivales.

De poco ha valido que disfruten del mejor campo del grupo porque tampoco les ha servido para ofrecer grandes tardes de buen juego a una afición que asiste en gran número todas las jornadas, salvo en el día de ayer que, entre el puente y el baloncesto, acudió en menor número que en ocasiones precedentes. De hecho es el campo al que más espectadores asisten y donde mayores decepciones se han visto. Una afición que le reclamó más entrega a su equipo en varias fases del partido con toda la razón del mundo. ¿O creía el entrenador que por unos minutos buenos hacían méritos suficientes como para olvidar todo lo que no vimos en anteriores jornadas? Querido Pereira, más humildad. Le noto un cierto aire de chulería. Entiendo que haya pasado una mala semana, pero creo que por lo hecho en el día de ayer no es para sacar pecho. Las cosas tampoco han evolucionado a mejor. Bueno, sí. Un punto.

En fin, los Deportivos (Alavés y Ponferradina) se repartieron los puntos en un encuentro carente de buen juego, sobre todo en un primer tiempo, otro más, para olvidar, en el que la tensión por lo trascendente del envite para el equipo de casa y la emoción por el marcador fueron la única nota positiva. Las oportunidades llegaron en un mejor segundo periodo, donde ambos pudieron marcar. La crisis se ha quedado momentáneamente instalada en el conjunto albiazul después del raquítico punto obtenido. En cambio, el rival se marchó muy contento con el empate conseguido.