Vitoria. Por fin, un islote de tranquilidad. Desafiando el triste sino de sus soporíferas y desconcertantes últimas actuaciones, el famélico Caja Laboral experimentó ayer un imprescindible rearme anímico. No ofreció sólidos argumentos ni un baloncesto vistoso como para pensar en una rehabilitación definitiva, pero al menos dejó unas positivas vibraciones que deberán ser refrendadas en el futuro con el grupo al completo. La visita del desangelado Lottomatica constituyó la mejor vitamina posible dentro de una velada exenta de sobresaltos que sirve para allanar definitivamente el camino hacia el Top 16, centrarse en la compleja lucha por la atalaya del grupo C y aparcar de momento los nervios en el entorno derivados de los últimos coscorrones. Algo es algo pese a que la fiesta fuera finalmente incompleta tras ese indeciso epílogo que abortó la posibilidad de remontar el average. Sólo así, pasito a pasito y sin dar más zancadas de las estrictamente necesarias, puede edificarse una reacción que se está haciendo derogar más de la cuenta. A este grupo cogido con alfileres, lo último que se le pueden exigir son exhibiciones y demostraciones de superioridad. Y eso que los alaveses acariciaron con la yema de los dedos un objetivo 12 puntos de desventaja que tuvieron al alcance de la mano durante casi toda la confrontación. A pocos minutos del pitido final, tanto la grada como los jugadores se frotaban las manos con el cómodo transcurrir de los acontecimientos (60-42). La irrupción de Minard frustró esa meta, secundaria a la postre, de dejar atrás en la lucha al que fuera primer vergudo azulgrana en esta competición en el Palalottomatica. Con un Baskonia más convincente, alegre, sano y compacto, otro gallo habría cantado. Vitorianos y romanos, dos alternativas al poder establecido en esta Euroliga, están unidos en la actualidad por muchos lazos. Acorralados por las lesiones y sumergidos en un profundo bache de juego, el duelo dejó bien patente su alarmante grado de inestabilidad. Cualquier tiempo pasado fue mejor para dos bloques que necesitan respiración asistida para salir del difícil trance en que se hallan envueltos. movido a impulsos Arrancó, eso sí, con renovados bríos el anfitrión alavés. Su racial puesta en escena resultó de lo mejorcito en estos últimos tiempos marcados por los vaivenes derivados de los descorazonadores partes médicos, la desorientación colectiva y un caótico baloncesto. El medroso conjunto romano puso su granito de arena para que la posibilidad de remontar el average de la ida, remota antes del salto inicial, se pusiese a tiro a las primeras de cambio. En un colectivo tan inconexo e irregular como el azulgrana, gozar de una continuidad se antoja una quimera. Y las viejas pesadillas reaparecieron mediado el segundo cuarto con un apagón monumental que volvió a encrespar los ánimos del personal. Solito y sin que nadie le pusiera una zancadilla, el Caja Laboral se sumergió en un callejón oscuro que le devolvió a la vida real tras amasar una jugosa renta (26-11). Cinco minutos de insoportable pájara, saldados con un descorazonador parcial de 1-14, instauraron de nuevo la incertidumbre (27-25). La sangría, motivada por el apagón en ataque y las ingenuas faltas que concedieron infinidad de tiros libres a los transalpinos, fue detenida únicamente por los providenciales triples de San Emeterio. Porque la tropa de Ivanovic volvió a moverse a impulsos. Tan pronto engarzaba acciones de mérito como incurría en pérdidas de bulto o sus bases abusaban del bote para trasladar el balón al campo contrario. La inspiración de Teletovic, multidisciplinar en la jornada de ayer, y Splitter, al que un manotazo de Crosariol estuvo a punto de propiciar un nuevo disgusto, minimizó las fases más dubitativas. Entre el cansancio local y la aparición de los estiletes exteriores de Gentile, la noche acabó con un ligero halo de decepción. La grada, eso sí, acabó conforme con el trabajo azulgrana. Como resignada a que este equipo, privado de cuatro titulares, no da mucho más de sí. Los mejores días, se supone, están por venir. El problema es cuándo.