Barcelona. En cuatro minutos, salió al campo y logró el único gol del partido, tiempo suficiente para que Zlatan Ibrahimovic despejase prácticamente de golpe las dudas que se habían creado en torno a su rendimiento, sus cifras goleadoras y su capacidad para decidir los partidos verdaderamente grandes. Frente a Cristiano Ronaldo y Messi, centro de todos los focos, la figura del delantero sueco se graduó en su primer clásico del fútbol español. El autor del gol es ya el máximo goleador del Barça en la Liga, con ocho tantos en once partidos, y logra que la sombra de Samuel Eto"o, que el martes pasado salió del feudo blaugrana con la cabeza gacha, sea menos alargada de lo que parecía durante estas primeras semanas de competición.

En cuanto Ibrahimovic recogió el testigo de Thierry Henry como nueve del Barça, apenas iniciada la segunda parte, pareció empeñado en devolver el orden natural del equipo. El francés se movió por todo el frente de ataque, pero estuvo difuso. El sueco estuvo más concreto: ocupó la zona del campo teóricamente reservada al delantero centro y empujó a la red un gran centro de Alves para decidir el clásico.

De un golpe, Ibra apagó las dudas. Las que apuntaban a su estado físico, porque no había jugado ante el Inter de Milán, su ex equipo, ni tampoco en Bilbao, debido a las molestias en los isquiotibiales que le mantenían parado desde el pasado 8 de noviembre.

Tras el partido, comentó que había pactado su suplencia con el entrenador y que aún no se encuentra al cien por cien, pero su gol al Madrid sirvió de efecto terapéutico para dar un paso de gigante en su recuperación.

No faltaba quien había apuntado la teórica debilidad de Ibrahimovic en los partidos grandes. Se había oído que él se hacía pequeño en estas citas. Al sueco se le reprochaba su falta de grandeza en los encuentros decisivos, su escasa aportación en los duelos de altura, pero respondió a las críticas con un gol decisivo que acabó por decantar el clásico.

Cifras en mano, la temporada de Ibrahimovic admite pocas críticas. Ha disputado 769 minutos de Liga en los que ha anotado ocho goles, un gol cada 96 minutos, es decir, prácticamente uno por partido. De esos goles, cinco han servido para abrir el marcador. Cuando ha marcado, el Barcelona siempre ha ganado.