La calma infinita, el tesón y la constancia son sin duda las claves del ruso Nikolay Davydenko. Llegó al Masters como la sexta raqueta del cuadro, pero ayer se proclamó campeón del torneo de maestros al vencer con un tenis de gran nivel al argentino Juan Martín Del Potro por 6-3 y 6-4. El ruso ha trazado una línea regular que le ha funcionado contra sus primeros oponentes en la liguilla de esta edición de la Copa de Maestros -Rafa Nadal y el sueco Robin Soderling- y sólo se le resistió el serbio Novak Djokovic, su verdugo en la pasada final del Masters disputada en Shanghai. En la semifinal logró que Roger Federer llegara a mostrarse casi enrabietado en la pista, como un niño sin caramelos porque esta vez sí, venció en su decimotercer duelo con el balcánico. En la final de ayer ante Del Potro, sacó de nuevo a relucir sus señas de identidad.
Ante una carpa abarrotada y con la afición, de nuevo, más pendiente de animar al gigantón argentino, el número 6 encaró el partido con una visible seguridad ya desde el primer juego, con golpes recios, certeros, un tenis agresivo y una notable eficiencia en su servicio. Ya en el primer set se vio cómo el ruso se aventuraba con alguna que otra subida a la red, se apoyaba en una sólida derecha y daba muestras de mayor concentración que el de Tandil. Davydenko, muy suelto y acertado en sus golpes, aprovechó la segunda de las bolas de rotura que dispuso para ganar una ventaja de 3-1 en este primer parcial.
Con 4-1 en contra, a Del Potro cada vez se le veía más descentrado e incurría en muchísimos errores. Al ruso sólo le bastaron 38 minutos para rematar un set en el que supo leer mejor el juego que su rival y anticiparse a sus movimientos. Llegó el segundo parcial y, con él, la hora de la verdad para Del Potro. Davydenko perdió dos opciones de rotura en el 2-2 en un set en el que el argentino empezaba a levantar su juego, pero el hombre nacido en Severodonezk acumulaba punto tras punto desde la línea de fondo con una gran concentración.
Con la mirada inyectada de determinación, el ruso, rocoso e impenetrable, plasmaba agresividad en cada golpe durante un pulso de maestros que parecía ir directo a un desempate. Pero con el 5-4 a favor del a la postre campeón, la situación parecía ya irreversible. Y Del Potro tuvo que claudicar.
Un escándalo olvidado Su victoria ante el argentino permite al balcánico de origen ucraniano poner la guinda al pastel en una temporada en la que ha logrado proyectar una imagen mejorada del jugador que es. Nada más apuntarse el triunfo, Davydenko soltó un enorme grito de alivio y alegría y dedicó sus primeras palabras a Del Potro: "Quiero felicitar a Juan Martín porque sé que ha tenido una gran temporada. En cuanto a mí, la verdad es que me he sorprendido a mí mismo, habiendo llegado aquí", apuntó.
Y es que no todo ha sido un camino de rosas para el tenista, que superó una lesión de pie que le incomodó a comienzos de esta campaña. Sin embargo, en los últimos tres meses sus resultados han reflejado su consistencia y su tesón sobre la pista, con las que ha ido sorteando vallas en este Masters en el que en ningún momento le ha abandonado una "gran concentración".
Además de para embolsarse 1.510.000 dólares, la victoria en el Masters le sirve para empujar definitivamente al olvido la que hasta ahora ha sido la cara más amarga de su carrera. Davydenko tuvo que vencer demonios y darse de golpes contra las paredes al ver su nombre vinculado a un escándalo con las apuestas que durante un tiempo manchó su reputación. Con el título en el bolsillo, la sexta raqueta de la ATP logra llevarse a casa una recompensa que no anticipaba, pero que recibe con una de sus habituales y amplias sonrisas.