Desde la última vez que Javier Vargas estuvo en Gasteiz, al intérprete y creador le ha dado tiempo a abrir para los Rolling Stones en concierto en Madrid del pasado junio, a grabar un nuevo disco que se publicará en marzo de 2023, a celebrar en directo con Miguel Ríos el cuadragésimo aniversario de Rock and Ríos, y de no parar de hacer lo que más le gusta, es decir, subirse cada dos por tres a un escenario con su Vargas Blues Band. Y todo ello en poco más de un año, además con la pandemia de por medio. “Estamos tocando mucho y disfrutando de la vida, sabiendo que hay que vivir el día a día cada segundo”.

Con su formación y de nuevo con John Byron Jagger a la voz, el músico afronta este mes de noviembre los últimos conciertos correspondientes al disco Back In Memphis. “Ha sido un éxito” pero es momento de empezar a mirar a lo siguiente. En ese adiós, Vitoria es parada obligada. De hecho, Vargas y su banda estarán este viernes sobre las tablas del Urban Rock Concept, quedando todavía algunas pocas entradas disponibles.

“Es verdad que ahora hay mucha competencia, muchas bandas queriendo tocar. Han salido a la carretera todos: los grandes, los medianos y los pequeños. Pero para mí, este 2022 está siendo fantástico”, más allá de que la situación sanitaria le obligó a pasar de hacer unos 150 conciertos al año a poco más de 30 cuando se pudo recuperar la actividad tras el primer confinamiento. “Espero que no volvamos a ese mundo distópico que nos habían propuesto”, apunta el intérprete, que tiene claro que “la gente tiene muchas ganas de música, de sentir a una banda en el escenario, de pasarlo bien. Incluso podría decir que la gente tiene muchas más ganas que antes de la pandemia, que es algo que yo no terminaba de creer. El público realmente tiene ganas de vivir y de escuchar buena música”.

No en vano, él tiene claro que “la música es la llave que abre la jaula, ese es el quid de la cuestión. Es algo muy importante para el mundo. Es lo que une a las almas y eso siempre va a ser así. Es verdad que venimos de una historia muy siniestra, porque hemos pasado una de las peores situaciones que yo he vivido, pero ahora mismo todo está yendo a mejor”. Un momento, tras todo lo acontecido, que a él, como siempre, le pilla en la carretera. “Siempre quieres estar tocando. Terminas una gira, como vamos a hacer ahora, pero realmente ya estás con la siguiente, ensayando y componiendo”.

También grabando, como ha hecho este pasado verano para dar forma y fondo a su próximo disco, Stoner Night. “Creativamente siempre me he marcado mis tiempos, no espero a que una discográfica me diga cuál es el momento. Soy como un pintor en ese sentido. Él nunca deja de hacer cuadros y yo nunca paro de hacer canciones. Siempre estoy activo para ver por dónde la banda puede seguir desarrollando su sonido y ser atractiva para la gente”. Parece algo extraño en estos tiempos en los que el concepto del álbum ha cambiado tanto que parece que casi ha desaparecido. Con todo, “está bien que un grupo publique, por lo menos, un disco al año. No puedes sacar menos. Sí más, siempre y cuando sea interesante lo que hagas”.

Siempre inquieto

Esa próxima referencia de Javier Vargas iba camino de ser un álbum doble, aunque al final el músico ha decidido dar su tiempo a cada cosa. El problema, por así decirlo, es que “tengo más cosas esperando. Claro, del confinamiento salí con superávit de canciones”. En las que se van a recoger en Sonter Night va a estar muy presente el sonido de los 70. “Hay influencias de Allman Brothers, Jimi Hendrix… con temas que incluso te van a poder recodar a Black Sabbath o a Led Zeppelin”.

Ya sea mirando a este próximo trabajo, a los que le han precedido o a los que vendrán después, Vargas apunta que “uno de los problemas o de las bendiciones de mi carrera es que no he mantenido una única línea. No hay que repetir las fórmulas, incluso aunque vendas mucho como me pasó con Blues Latino. La esencia y la base de mi música siempre es el blues, pero como compositor puedo ir mucho más allá y debo experimentar”. Siempre, eso sí, sabiendo que “todo lo que hago me sale del corazón, de dentro. No hago música con la cabeza. Eso me hace plantear sensaciones, emociones que quiero transmitir a la gente”.