- La sonrisa a la que se refiere Thom Yorke, líder de Radiohead, al nombrar a su proyecto paralelo The Smile tiene que ver con la risa floja de quien nos miente a todas horas. Y es que sus preocupaciones y fobias habituales, de la opresión del poder a la angustia existencial, recorren A light for attracting attention (XL Recording), el debut de este grupo paralelo de dos Radiohead, que ofrece más temor y oscuridad que luz, y que remite a diversos capítulos ya transitados por los británicos.

The Smile edita este fin de semana su esperado debut, A light for attracting attention, álbum que proyecta poca luz -mucha, buena y valiente música, eso sí- aunque sí, la sonrisa cínica de Yorke vuelve a atraer la atención sobre la nueva manifestación artística del británico, quien, a sus 53 años, lleva 30 al frente de uno de los grupos más reputados, inquietos y heterodoxos de la reciente música popular. Creado durante la pandemia, The Smile está formado por Yorke y otro Radiohead oficial, el guitarrista Jonny Greenwood, además del batería Tom Skinner, miembro del cuarteto de jazz-funk Sons of Kemet y colaborador del proyecto electrónico Floating Points y del rapero Kano. Su formación se completa con la producción de Nigel Godrich, el 6º Radiohead en la sombra de sus discos y arquitecto de su sonido desde tiempo inmemorial.

El debut de The Smile se ha configurado en el trabajo de nuevas composiciones y la revisión y adaptación de otras que Radiohead dejó aparcadas en sesiones previas al considerar que no estaban a la altura. Por eso y su sonido ecléctico, estos 13 temas podrían haberse editado bajo el nombre del grupo creador de Ok computer, ya que se muestran fieles a los gustos y preocupaciones de sus miembros. Podría ser la continuidad de A moon shaped pool tras seis años de silencio invertido en múltiples proyectos paralelos, incluidas indagaciones electrónicas y banda sonoras.

A light... “no es un disco de rock”, adelantó Godrich, que firma una producción excelsa que hace uso de su capacidad técnica tanto para aterrorizarnos o acariciarnos con sus atmósferas, según el momento. “Es una interesante yuxtaposición de cosas, pero tiene sentido”, asegura. Y no se equivoca, ya que la propuesta alterna sonidos cinemáticos con abstracciones electrónicas, jazz, post-punk, orquestaciones, krautrock y baladas henchidas de emoción.

Arranca con la electrónica minimal e increscendo de The same, con los sintetizadores meciendo nuestros oídos, como en Wavin a white flag, y sigue con los intrincados ritmos de jazz y el riff nervioso de la guitarra de The opposite. El resto es como un río que en sus meandros se alimenta de la sabiduría diseminada por Yorke y Greenwood en los diferentes periodos de Radiohead: de la casi mortuoria Pana-vision, rubricada con una orquestación barroca a baladas emotivas de regusto clásico como Open the floodgates o la acústica Free in the knowledge.

En el caso de You will never work in television again, sus guitarras y fiereza casi punk nos retrotrae a los primeros Radiohead, al igual que el afterpunk de la gélida We don’t know what tomorrow brings, mientras que vierten su faz más experimental en Thin thing y se entregan al funk ligado al afrobeat en la rítmica The smoke. Alguien lamentará la carencia de novedades reseñables. Le damos la razón. Pero ¿el disco es bueno? Ahí no existe espacio para la duda.

“Que alguien me saque de la oscuridad”, canta Yorke, que vuelca todas sus fobias en las letras de The Smile. Contrapone “bolsillos vacíos” con los de “millonarios elegidos”; lamenta las mentiras del poder, “simples hijos de puta que cometen un error tras otro”; ataca con fiereza los abusos de la carne para reivindicar el #MeToo en versos como “quita tus sucias manos de mi amor, quién sabe dónde han estado antes”; retrata el apocalipsis ambiental y el desvalimiento emocional y propone “una verdadera revolución” y “una “segunda oportunidad” entre el humo de manifestaciones que nos despiertan del sueño.

El final llega con Skrting on the surface, interpretada previamente en vivo y en las sesiones de In rainbows. Una balada escalofriante, sencilla y convencional formalmente, con la voz de Yorke “bordeando la superficie” y él/nosotros arrastrándonos, rotos, sin reparación posible. “Solo tenemos que morir”, se oye al final. The Smile, gran disco pero sonrisas... pocas. l