- Corría el año 2003 cuando el festival de cine FiSahara empezó a proyectar en los campamentos de refugiados del Sáhara Occidental. Ese germen despertó un cada vez mayor interés de los jóvenes saharauis por el séptimo arte que asentó las bases de la futura Escuela de Formación Audiovisual Abidin Kaid Saleh, un proyecto que desde 2011 ha permitido a los propios saharauis “rescatar y conservar sus cultura a través del cine”. En mitad del cambio de postura del Gobierno español hacia este pueblo y cuando la atención con los refugiados está puesta en otro lado, el Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia ha decidido entregar su premio honorífico a sus organizadores, que lo recibirán hoy en el Victoria Eugenia tras la proyección de tres cortometrajes surgidos allí.

“Desgraciadamente, los refugiados saharauis ya no están de moda”, quiso recordar ayer el director académico de la escuela, Brahim Chagaf, en la rueda de prensa previa al reconocimiento. Chagaf ha viajado hasta Donostia acompañado por dos jóvenes cineastas salidos del centro, Ahmed Moh Lamin y Lafdal Mohamed Salem, y por la directora ejecutiva de FiSahara, María Carrión, con el objetivo de mostrar la labor que llevan haciendo desde hace una década en un instante en el que las miradas están solo puestas en Ucrania. “Espero que el premio sirva para seguir comprometidos con una causa que ahora parece haberse olvidado”, añadió el alcalde de Donostia, Eneko Goia.

El Festival de Cine y Derechos Humanos ha mantenido en los últimos años una relación directa con la escuela y con FiSahara que ahora se ve más reforzada si cabe con este reconocimiento. “Es una forma de decirnos que ha merecido la pena dedicarnos a algo que en su momento fue visto como una locura”, señaló Chagaf, recordando unos inicios en los que montar una escuela de cine en un campamento en el que escasea el agua y los medicamentos “no parecía lo más realista”.

Tras iniciarse en el séptimo arte gracias al festival saharaui, que organizaba talleres en los campamentos de refugiados, varios jóvenes “pidieron algo más y no solo una vez al año”. “Estábamos algo enfadados con lo que se contaba sobre nosotros en los documentales. Solo se veían corrales, dunas y la puesta del sol. No se profundizaba”, explicó el director académico, quien quiso acordarse de ese primer colectivo que “decidió alzar la voz y servir como puente para las historias que no llegaban a los medios de comunicación”.

Así, en 2011 la Escuela de Formación Audiovisual del Sáhara Occidental abrió por primera vez sus puertas tomando el nombre de Abidin Kaid Saleh, un reportero de guerra que documentó la primera contienda entre el Sáhara y Marruecos hace 16 años. Desde entonces, cinco generaciones de cineastas y un total de 55 alumnos se han formado en ella, permitiendo “rescatar y conservar la cultura saharaui a través del cine”. Esta evolución incluso les ha permitido generar profesores propios que han llevado a convertir a la escuela en 100% saharaui en estos dos años de pandemia y ausencia de presencia internacional.

Sacar adelante una escuela de cine en unas condiciones tan precarias, no obstante, no es algo sencillo. “No se trata de cómo sobrevivimos en la escuela, sino de cómo sobrevivimos en un campo de refugiados”, puntualizó Chagaf, asegurando que “la necesidad es la madre del invento”. “Buscamos medios a través de festivales, intentamos dar con las personas adecuadas y generar una red que se una a nuestra lucha pacífica”, relató.

Bajo estas condiciones, el centro trata de incentivar la valía de los alumnos en cualquier departamento cinematográfico, abriendo así sus posibilidades futuras. “No es solo hacer profesionales, sino también generar lenguajes. Es muy difícil hacer tuyo algo que el resto del mundo lleva haciendo muchísimos años”, apuntó.

A este respecto, desde la dirección de la escuela se anima a los jóvenes a que escriban historias que van más allá de lo político. Sin embargo, “ya solo que existan unos campos de refugiados es política”. “Por más que quieran alejarse de ella y se quiera únicamente mostrar la cotidianidad de la gente que vive allí sigue siendo algo político”, puntualizó Chagaf.

Una muestra de los trabajos que se han desarrollado en los últimos años en el centro se podrá ver mañana en el Teatro Victoria Eugenia a partir de las 17.00 horas con la proyección de tres cortometrajes: The Price of Beauty, En busca de Tirfas y Toufa. A continuación, durante la gala de clausura del festival y previamente a la emisión del filme Mali Twist, de Robert Guédiguian, los integrantes de la escuela saharaui recibirán un galardón que ha caído en otras ediciones en Pilar Bardem, Elías Querejeta, José Luis Borau, Goran Paskaljevic, Kim Longinotto, Icíar Bollaín, Patricio Guzmán, Robert Guédiguian, Lourde Portillo, Tony Gatlif, Deepa Mehta, Laurent Cantet, Annemarie Jacir y Montxo Armendariz y Puy Oria. Es la primera vez que se entrega el premio a un colectivo.

“Ha merecido la pena dedicarnos a algo que en su momento fue visto como una locura”

“Estábamos algo enfadados con lo que se contaba sobre nosotros en los documentales”

Director académico de la escuela