Cuatro músicos de aquí con un reconocimiento y una proyección que no conocen fronteras, aunque en su propia casa a veces cueste valorarles por parte de algunos programadores y espacios. No es el caso del Dazz. Gorka Benítez (saxo y flauta), Pablo Martín Caminero (contrabajo), Borja Barrueta (batería) y Alejandro Mingot (guitarra) ya saben lo que es adueñarse del escenario de la calle Cuchillería, eso sí por separado o con otras aventuras. Este domingo lo harán juntos y por partida doble, a las 18.00 y a las 20.00 horas, quedando todavía alguna entrada disponible. El proyecto Baleen Lobak se presenta en Gasteiz cerrando una mini gira por diferentes escenarios de Euskal Herria. "Va a ser el mejor broche".

Cuatro amigos fuera del escenario, cuatro líderes en sus respectivos proyectos, ¿cuatro egos?

-Seguramente también hay cuatro egos, pero ante todo Baleen Lobak son cuatro amores, cuatro tipos del carajo, cuatro castas, cuatro perlas, cuatro musicazos y cuatro mentes extraordinariamente musicales. No somos cuatro personas elegidas al azar para este proyecto. Son músicos que son referencias absolutas tanto en Euskal Herria como en el Estado español y también en Europa. Independientemente de cómo lo hagamos, de si le va a gustar más a unos o a otros, quiero pensar que éste es un grupo muy representativo de lo que es la música creativa o el jazz en Euskal Herria.

Cuatro personas que viven alejadas entre sí, tres de ellas fuera de aquí. ¿Complicado coordinarse?

-La relación es muy fácil de llevar porque todos nos conocemos desde hace mucho tiempo. Que cada uno viva en un sitio no es un problema. Solo indica que estamos hablando de musicazos de primer nivel que se han tenido que buscar la vida fuera de Euskal Herria. Cuando puse en marcha el proyecto, tenía muy claro que a quien quería para esto era a ellos. Puede sonar banal, pero mi idea era montar un grupo de músicos vascos, pero sabiendo que había proximidad entre nosotros desde el interior. Y a partir de ahí probar que aquello que hicimos hace muchos años, cuando éramos más jóvenes y sí vivíamos cerca, podía volver a juntarnos, pero sumando todo lo que hemos aprendido por el camino lejos de casa. Hemos vivido muchas experiencias distintas que nos han enriquecido de maneras diferentes. Sabía que juntar todo eso ahora podía estar muy bien y podía ser una reunión bastante estimulante. Cuando les planteé la historia y el repertorio, todo fue un sí desde el segundo uno. Había muchas ganas de probar esta historia y embarcarnos juntos en el proyecto.

Pero son músicos que caminan por diferentes sitios, como puede pasar con el vitoriano Pablo Martín Caminero con el flamenco.

-Ahí está la gracia, lo realmente enriquecedor. No puedes perder de vista que Pablo viene del clásico, es alguien que se ha hecho a sí mismo en el flamenco, en el jazz y en cualquier otra cosa. Le puedes pedir que toque lo que sea, ya sea una obra barroca o una canción pop. Y lo mismo podemos hablar de Barru. O de Alejandro. Incluso de mí (risas). Bebemos de fuentes muy diversas y esa es la fortuna. Seguramente, si nos hubiéramos quedado en Euskal Herria pues quizás sería todo un poco más típico tópico. Pero cuando te has curtido en diferentes países y te has puesto a prueba para hacer tantas cosas diferentes, te das cuenta de que para la música creativa que hacemos nosotros, eso es muy, muy enriquecedor. Es algo que te forja y te curte.

¿Lo que se va a encontrar el público este domingo son sobre todo composiciones suyas, verdad?

-Sí, pero cocinadas entre todos. Menos un par de temas, es música hecha pensando en este proyecto y, en concreto, en estas personas que lo componen.

Su última visita fue en octubre de 2020, con las restricciones por la situación sanitaria condicionándolo todo. ¿Empieza a ver la luz el sector?

-Uff. ¿Qué quieres que te diga? Hombre, de no haber nada a que empiece a haber algo, pues ya hay un cambio. Pero si antes estábamos mal en cuanto a trabajo, en cuanto a posibilidades de tocar aquí o allá y en cuanto a ser pagados por ello, pues ahora ya ni te cuento. Estamos otra vez sabiendo que toca de nuevo remar. Pues ya lo haremos.

Por lo menos esta vez vuelven al Dazz, que es un sitio que los cuatro conocen muy bien.

-Beñat Lasagabaster y su equipo, y no de gratis, han conseguido que el Dazz, hoy por hoy, sea en Euskal Herria el club más emblemático. Sin duda. No solo por la calidad de la música, sino también por el trato y por la onda que da el local y la gente. Es algo que ha sido trabajado. Es un diamante lo que tenemos en Euskal Herria con el Dazz.