Compromiso, feminismo y rap. Y a partir de ahí, La Furia sigue marcando la senda, como viene haciendo desde que hace una década empezara a darse a conocer. Post mortem protagoniza un presente que este jueves pasa por Kubik, donde también estará Elvirus. Todavía quedan algunas entradas a la venta.
El nuevo disco salió en la primera parte de febrero, justo con el final de las últimas restricciones. ¿Temía que se viese perjudicado el lanzamiento?
-No, no. Tenía una sensación con esto del covid de: bueno, ya está. No sé cómo explicarlo pero es que tenemos que vivir y que seguir, adaptándonos a lo que hay. Estaba un poco entre el hartazgo y la idea de que iba a salir el sol. Al final no me coincidieron las restricciones con los primeros conciertos.
La última vez que actuó en Gasteiz fue en agosto del año pasado, en los días en los que se tenía que haber celebrado La Blanca. Fue un concierto con el público sentado y todas esas cosas. Ahora, las actuaciones están siendo casi como las de antes de marzo de 2020. ¿Cómo se vive desde el escenario?
-Es otra cosa. Lo de antes era un simulacro y ahora es un akelarre. Aquellas actuaciones las hacíamos encantadas, por supuesto, también porque cuando no tienes nada, hacer un poco ya es algo. Hacer conciertos así ya era importante porque no suponía estar en nuestras casas mirando al techo. Pero ahora, el poder estar de pie, el poder tocarnos, es otra cosa. Además, nosotras terminamos cada concierto en la pista con toda la gente y recuperar eso está siendo muy interesante. Es recuperar la fiesta que nos merecíamos.
Lleva 'Post morten' casi un par de meses en la calle. ¿Qué reacciones está percibiendo?
-A veces siento que tengo el consultorio de La Furia (risas). Lo digo en broma, pero me hace mucha ilusión que me pase esto. Me escriben muchas mujeres contándome historias personales a raíz de canciones que están en el disco. Me flipa que pase algo así, que algo tan personal como lo que escribes en un momento dado, trascienda y le llegue a otra persona hasta el punto de que le remueva algo y le ayude a verbalizar lo que siente o piensa. Y eso me está pasando mucho con este trabajo. Me está ocurriendo también que me llegan comentarios de gente que me sigue desde hace tiempo y que me hablan de las diferencias que notan de este disco con respecto a los anteriores trabajos, y que les gustan. Entiendo que hay personas que, en lo musical, esperan que te mantengas en lo mismo de hace cuatro discos, pero yo no lo estoy notando tanto. Igual es que no me lo dicen (risas). Pero sí que me estoy encontrando muchos agradecimientos por poner palabras a lo que determinadas personas sienten y eso es mágico.
Es un disco de ¿renacer?, ¿resetear?
-De resetear no. De renacer sí. Es un disco que va hacia la vida sin perder de vista las muertes por las que he transitado y que creo que son necesarias para vivir la vida de una manera absoluta, que es como la vivo y la quiero vivir yo. No hay una vida profundamente vivida sin atender a los dolores, a las caídas y a las oscuridades. Se aleja de, por así decirlo, Mr. Wonderful, de ese rollo de puedes con todo, de vas a estar bien porque somos amebas que flotamos en el aire. No va de eso, sino de todo lo contrario. Lo que pasa es que a diferencia de otros de mis trabajos, creo que es más rotunda la idea de que he venido aquí a vivir, y ha vivir bien, a ser feliz, le pese a quien le pese. Y es un disco de pues mira, lo estoy consiguiendo. Después de la muerte, estoy alcanzando la vida que me merezco.
Pero sigue habiendo muertes esperando.
-Claro. Creo que la vida no es difícil. Lo que me da la sensación es que muchas veces los sistemas que organizan las vidas de las personas están hechos de tal forma que esas visas son vivibles por unos pocos y sean inhabitables para la gran mayoría. Lo estamos viendo con todo a nivel mundial. Las guerras, los conflictos, la violencia estructural machista, las violencias LGTBQ son ejemplos de ello. Tenemos un sistema de organización económica y social que va contra la vida. Los que sacan la cabeza de ahí son los que lo manejan. Pero en sí, la vida no me parece que sea difícil. Lo contrario es un mantra que nos lo repetimos y que le viene muy bien a unos cuantos. Así nos tienen resignados. Vivir me parece muy fácil, lo que no me parece fácil es vivir en un mundo en el que nos quieren muertas.
¿Pero no se está, ahora que menciona esto, en un momento muy de postureo, por ejemplo con respecto al feminismo?
-Sí, sí, con respecto a todo. El sistema capitalista promueve totalmente esto. Ha pasado con el rap, con el feminismo y con cualquier movimiento que busque la transformación. El sistema lo que hace es asimilarlo para vaciarlo de contenido y venderlo como una imagen. Es una camiseta de Zara donde pone yo soy feminista cosida por una niña en Bangladés. Eso es lo que se promueve, son los mensajes que trascienden. Pero los realmente transformadores rara vez llegan. Lo que pasa es que el feminismo tiene muy buena salud. Después de muchísimos años de trabajo de los colectivos feministas en todo el mundo, hemos llegado a un nivel de presencia interesante. Así hemos podido llegar a un montón de sitios que si no hubieran sido impensables. Esto corre un peligro y es que este sistema al que no le interesa que nadie lo cambie, dice: ¿qué queréis?, ¿que parezca que algo cambia? Vale, pero ahí entran en juego discursos que no son transformadores si no solo estéticos. Pero bueno, hay que saber también hacer este camino. Antes estábamos invisibilizadas. Ahora se nos ve incluso demasiado y eso hace que a veces el discurso se diluya. Tienes que estar atenta, tienen que seguir las dinámicas asamblearias, tienes que mantener la militancia y no desenfocarnos metiéndonos en alguna discusión de Twitter por una postura u otra dentro del feminismo. Ahí no se hacen los debates transformadores.
Se van a cumplir diez años desde que apareció en escena. ¿Cómo la ve hoy con respecto a sus primeros pasos?
-Veo muchísimas más mujeres rapeando y haciéndolo bien, diciendo cosas interesantes. Veo estilos distintos. Creo que la escena del rap con respecto a hace diez años está mucho mejor. Por las que estaban y estábamos hace diez años, ole por ellas. Por las que estaban hace 15, ole. Siempre es muy importante reconocer a las que estaban antes. Yo no he inventado nada y es importante conocer para no usurpar lugares. El sistema se encarga muchas veces de que no te lleguen los referentes, por eso parece que siempre se está empezando de cero. Pero no es verdad. De todas formas, no solo es importante estar en el escenario. Es interesante también estar en campos como el del management, de la producción musical y del resto de áreas. Ahí también tiene que estar presente la perspectiva feminista. Y es donde todavía falta por recorrer más camino. Por eso, antes de la pandemia creamos una amiga y yo Mimosa Bulegoa, a través de la cual intentamos fomentar y producir proyectos que relacionan música y feminismo. Hay que estar en los lugares de decisión de la industria de la música y ahí, como te decía, queda camino.