A solas. En la intimidad del lugar habitual de trabajo. No hay nadie más. Como mucho, a mano están algunas herramientas tecnológicas para hacer determinadas pruebas que permitan intuir cómo puede ser el sonido final. Si hay suerte o la ocasión es propicia, incluso puede hacerse parte de esa labor en colaboración con algún grupo de cámara, algún ensemble de pequeño formato. Pero hasta ahí. Bueno, hasta ahora porque la Banda Municipal de Música de Vitoria quiere que compositores y compositoras, sobre todo locales, encuentren en la centenaria formación su particular laboratorio en el que poder probar, experimentar y evolucionar.

Se trata de un proyecto pionero en este tipo de agrupaciones, una apuesta decidida por salirse de los formatos tradicionales de trabajo. No se quiere hacer el encargo de una nueva obra a una persona y esperar hasta que la pieza esté terminada para, después de los pertinentes ensayos, presentarla al público. Se busca romper barreras y ritmos habituales, haciendo que creadores, músicos y composiciones vayan haciendo el camino de la mano. Sobre estas bases nace V-G Musik-LAB, un laboratorio de creación musical que está viviendo su primer experiencia junto a la autora gasteiztarra Sofía Martínez.

En el marco de la apuesta que la Banda viene realizando por apoyar a los compositores y la creación de nuevos materiales aparece esta propuesta, que tiene vocación de futuro. La idea es que cada año se seleccione a una persona para que, durante unos nueve meses, pueda, de manera regular, trabajar con la formación posibilitando la experimentación y la construcción de música junto a los integrantes de la agrupación. “Queremos que nos usen como laboratorio, que hagan pruebas, que haya un proceso de ensayo y error”, explica Luis Orduña, director de la Banda e impulsor de la iniciativa.

Es justo lo que está haciendo Martínez desde el pasado noviembre para dar forma y fondo a El frágil hilo del tiempo, obra que se estrenará en el Principal el próximo 16 de marzo. “Poder trabajar con una formación así es una experiencia nueva y fantástica. Para mí, después del confinamiento y el aislamiento, representa el trabajar de nuevo juntos con una meta en común”, además compartiendo la senda con “unos músicos excelentes y un director increíble como Luis, que tiene una fuerza y un dinamismo muy grande”, apunta la compositora vitoriana, una creadora de largo y reconocido recorrido profesional imposible de resumir en pocas líneas.

Como explica la autora -que el año pasado publicó un nuevo disco junto a Sinkro Records-, a lo largo de estos meses ha ido dando diferentes pasos con la formación, empezando por encuentros con los solistas y reuniones con grupos de instrumentos para ir completando el puzle luego con todos a la vez. “Hay un lado artesanal en lo que hacemos. Con los músicos está habiendo un intercambio muy interesante. Ellos aportan su punto de vista y participan en las ideas que propongo” de cara a conformar una pieza de diez minutos de duración en la que plasmar la idea de que la cultura, el arte y la ciencia son el hilo conductor “que nos muestra la solidez de nuestra civilización a pesar de la apariencia frágil que podemos tener con la pandemia. Quería aportar mi granito de arena. Espero que esta música pueda servir para reconfortarnos”.

Ganancias por ambas partes

“Hay mucha riqueza en poder trabajar juntos. De hecho, El frágil hilo del tiempo sería muy distinta si no se hubiera dado este proceso con la Banda”, comenta Martínez, quien, por cierto, conoce bien a la centenaria agrupación. Empezó a ser parte de ella cuando tenía 16 años tocando la trompa. “En Musiketxea me siento como en casa, son muchos recuerdos”, también de quienes acompañaron su formación, como Maruja González de Herrero y de Carlos Martínez Luna.

Por parte de la Banda, seleccionarla a ella no ha sido casualidad. “Es una persona con una trayectoria muy interesante, pero a la vez muy desconocida en Vitoria. Es una creadora muy abierta y alguien con un carácter propicio para esta primera prueba. No todos los compositores se pueden ver cómodos en una situación así”, describe Orduña, quien, al mismo tiempo, destaca que la elección también tiene que ver con el interés de la formación vitoriana por visibilizar a la mujer dentro de la música. “Es difícil hablar de una misma, pero si miro a otras compañeras, sí creo que hay invisibilización aunque también veo la inquietud de cambiar eso y espero que para las niñas que vienen, las cosas cambien por completo”, dice, por su parte, Martínez.

Todo llegará. Por de pronto, la labor en el marco de este laboratorio no para. “Cada año vamos a seleccionar a un compositor o compositora, en principio siempre de aquí” con la idea, primero, de “afianzar las relaciones con los creadores y creadoras locales, que no siempre están presentes como deberían”. Asimismo, se busca crear repertorio nuevo en el marco de un proyecto que Orduña considera que prestigia a la Banda. “Lo ideal es que también podamos grabar esta música para favorecer todavía más su difusión”. Eso seguro que también se producirá más tarde o más temprano.