- En Abuela de verano era una jovencísima actriz de 11 años. El personaje de Aurora fue un detonante en su corta vida. La niña que era entonces tomó una decisión: meterse en pieles ajenas y convertirse en actriz profesional. No le falló su intuición y paso a paso se ha convertido en una imprescindible de la televisión. Tierra de Lobos, Ciega a citas, El secreto de Puente Viejo, Amar es para siempre, Cuerpo de élite, Historias para no dormir y Sin novedad, entre otros, son títulos que forman parte de su currículo. En la última serie da vida a una policía en una comedia muy particular. Es una historia llena de silencios y esperas. Aunque sea policiaca, tiene muy poca acción. Torrebejano es una mujer inquieta que no solo se queda en la ficción. También se ha embarcado, como concursante, en un talent culinario muy dulce: Celebrity bake off España. No tenía ni idea de repostería cuando comenzaron las grabaciones, pero ya le ha cogido el truco a algunas recetas pasteleras.

¿Cómo ve a Naiara, su personaje en la serie ‘Sin novedad’?

—Es una mujer muy interesante, que por circunstancias de la vida acaba en esa comisaría tan particular al frente de un caso también muy particular. Es bastante optimista...

¿Como usted?

—Para estar en esta profesión hay que ser optimista. No te puedes hundir a la primera de cambio, sobre todo con los altibajos que hay. Naiara tiene que ser optimista porque el trabajo de policía puede ser muy duro y frustrante cuando los casos se alargan y no ve la solución de una forma tan rápida como quisiera.

Es una comedia que se aleja de lo habitual.

—Es diferente a las comedias que estamos acostumbrados a ver. Espero que esté gustando mucho. Aporta un tono diferente al habitual. Es totalmente distinta a lo que se hace y como actriz supone un reto.

Lo último que hizo fue un capítulo de ‘Historias para no dormir’. ¿Pasa con facilidad del miedo a la risa?

—Ja, ja, ja. Es mi trabajo como actriz. Cambiar de piel me resulta fácil. Enseguida me enamoro de mis personajes. Una vez que conozco el perfil me meto hasta el fondo en la nueva mujer que tengo entre mis manos.

¿Hay similitudes entre usted y los personajes que interpreta?

—Bueno. Siempre les das algo tuyo. Pero los más interesante son aquellos que se alejan mucho de ti. Ser diferente a los personajes que interpretas es un plus añadido para que pongas todo de ti en ellos. Naiara no tiene mucho que ver conmigo y por eso la tengo tanto cariño.

¿Qué tiene entre manos?

—Otras series. Vuelvo a coincidir con Arturo Valls en Dos años y un día. Es una serie muy divertida y también es una comedia, tiene mucho de humor negro. También estoy en otra para Amazon, Sin huellas.

Si revisamos su currículo, en los últimos años vemos que ha trabajado mucho en televisión.

—Es que no me puedo quejar. La verdad es que me están llegando ofertas muy interesantes. Los tiempos son difíciles, pero tengo la suerte de que no se han olvidado de mí y me dan trabajos que me gustan mucho.

Comenzó siendo una niña, debía tener claro que lo suyo era actuar.

—Desde muy pequeña. Me gustaba mucho lo de convertirme en otra niña diferente. A los 11 años hice Abuela de verano con Rosa María Sardá. Fue increíble. Ese fue el trabajo que me convenció para decidir ser actriz. Hacer de Aurora en este trabajo fue un sueño hecho realidad.

Y en su casa...

—Yo era la oveja negra, en el buen sentido. No había nadie que se hubiera dedicado a esto. Me vine con mi madre a Madrid para seguir trabajando. Tengo que decir que tuve suerte y que me empezaron a salir trabajos muy pronto. Gracias a Dios, me he mantenido bien en la profesión. Hay tiempos mejores, tiempos regulares y algún momento malo, pero el balance es muy bueno.

¿Hay algún personaje de los que ha hecho que le guste más que otro?

—No sabría decir cuál. Al final te quedas con los más especiales. Uno de ellos podría ser el de Lola en la película La sombra de la ley de Dani de la Torre. Te quedas con lo que te aportan algunos personajes a nivel personal y que va más allá de la serie o la película de turno.

¿Cómo era Lola?

—Era una cabaretera que tenía una riqueza por dentro impresionante. Es uno de esos papeles que aportan por encima del personaje que el espectador ve en la pantalla. Pero me gusta todo lo que hago. Soy una mujer que pongo mucho cariño en todo los trabajos. Faltaría más, para eso me encargan los personajes, para que les dé forma y mucho amor.

Ha estado en series de largo recorrido y de emisión diaria: ‘Ciega a citas’, ‘El secreto de Puente Viejo’ o ‘Amar es para siempre’. ¿Cuesta mucho hacer este tipo de trabajo?

—Sí. A veces la gente las infravalora un poco, pero requieren mucho esfuerzo. Es lo más difícil que he tenido que hacer en mi carrera. Se exige mucho. Te tienes que dedicar en cuerpo y alma a lo que estás haciendo. También haces un esfuerzo grande en un personaje de serie semanal, pero una diaria es muy esclava en horas de estudio y también en horas de grabación. Estás siempre al pie del cañón, es un 24/7. Un personaje en una serie diaria es muy duro, pero aprendes mucho.

Y es un trabajo garantizado por un tiempo más amplio.

—Es cierto. Una serie diaria te da cierta seguridad durante un tiempo. Es verdad que es un esfuerzo que merece la pena. Aprendes a trabajar de otra manera. Otros trabajos te dan mayores licencias, puedes combinar medios; puedes hacer cine o teatro. Yo con las series diarias estaba volcada en ellas al 100%. Sufres y disfrutas a la vez.

¿Nunca pensó en otra profesión?

—Nunca tuve dudas de lo que quería ser, así que nunca pensé en ser otra cosa. Tuve la suerte de hacer el casting de Abuela de verano, y de que me dieran el personaje de Aurora y ya no pensé en otras posibilidades. Supongo que en alguna ocasión pensaría en algo diferente, pero no lo sé. Llevo tanto tiempo en esto que no recuerdo si en algún momento anterior quise ser otra cosa.

Si hace balance...

—Diría que desde que tenía 11 años el viaje por la carretera que inicié en Abuela de verano ha sido muy dulce.

¿No ha notado nunca las incertidumbres de su profesión?

—Sí. La incertidumbre de ser actriz la siento cada día. La incertidumbre siempre viaja contigo, tengas trabajo o no. No conozco a actores que vivan tranquilos. En mi caso, la tranquilidad no existe. Siempre hay miedo a que no te vuelvan a llamar. Te pueden dar el personaje más maravilloso, pero sabes que va a terminar. En esta profesión todo tiene fecha de caducidad. Hay una pregunta muy recurrente: ¿Y si no me vuelven a llamar? Hay inseguridades y también sufrimos del síndrome del impostor.

¿Síndrome del impostor?

—Poco antes de hablar contigo he salido de rodar una serie muy divertida, una sitcom carcelaria. Cuando estás volviendo a casa te planteas muchas dudas: ¿Por qué me habrán llamado a mí para hacer este personaje? Seguro que hay gente más preparada para hacer a esta directora de la cárcel tan loca. Y piensas: Si tampoco soy tan buena actriz... Estás todo el rato con el come-come del síndrome del impostor, de ser un fraude. Le pasa a mucha gente.

¿Parones?

—No muchos. Me vine a Madrid a hacer una serie, fui encadenando una detrás de otra y he parado muy poco tiempo. Sería injusta si no dijera que llevo quince años enlazando un trabajo con otro. ¿Parones? Los justos, el tiempo que pasa entre un trabajo y otro.

¿Qué aficiones tiene?

—Casi todas muy culturales y relacionadas con mi profesión: ir al cine, ir al teatro, leer... Estar con mi pareja y dar un paseo. Disfruto mucho estando con mis amigos, viajando... Me gustan cosas muy normalitas.

También se ha metido a aprendiz de pastelera en ‘Celebrity bake off España’. ¿Qué sabe de repostería?

—Cuando entré nada. Ahora algo sé. No me gusta nada cocinar. Cocinar no sé mucho, pero soy muy golosa, me muero por lo dulce. Me encanta comer en general, pero que otros hagan la comida.

“Para estar en esta profesión hay que ser optimista. No te puedes hundir a la primera de cambio, sobre todo con los altibajos que hay”

“A veces la gente infravalora un poco las series diarias, pero requieren mucho esfuerzo. Es lo más difícil que he hecho en mi carrera”