- Cuatro años después de haber sido estrenada, La naranja mecánica, la obra cumbre de Stanley Kubrick, seguía prohibida en España por la censura del régimen de Franco, a quien le quedaba poco tiempo de vida. Sin embargo, una sucesión de acontecimientos permitieron que la transgresora cinta fuera proyectada por primera vez en Valladolid, una de las ciudades más conservadoras del momento.

Todo lo que rodeó a esa polémica proyección se describe en el documental La naranja prohibida que Pedro González Bermúdez ha realizado para la cadena TCM, y que se preestrenó ayer en el Guggenheim Bilbao. El guionista, director y productor, ganador de un premio Goya y de diversos galardones y menciones internacionales por trabajos como Regreso a Viridiana y El último adiósde Bette Davis, participó luego un coloquio junto al escritor Vicente Molina Foix, experto en la obra de Stanley Kubrick. Mañana el documental se estrenará en la cadena TCM.

La naranja prohibida ha contado también con la colaboración especial de Malcolm McDowell, protagonista del filme. El actor lo dio todo en el filme: no utilizó dobles y en la famosa escena del visionado forzado no solo se le secaron los ojos, la sujeción de los párpados también le rayó uno de ellos y le dejó tuerto casi un mes. Todo valió la pena para convertirse en una de las figuras del siglo XX. Más de cinco décadas después, se reúne con los espectadores de aquella mítica proyección en la Seminci de Valladolid para hablar de lo que significó en la vida de ellos.

¿Cómo nació el proyecto?

-Nació como una propuesta de la cadena de televisión TCM al cumplirse 50 años de su estreno en España. Un compañero, Javier Morales, nos habló del estreno en España de esta película y nos preguntamos si había un poco de leyenda en todo lo que se había contado; si en realidad, había sido tan trascendente. Empecé el trabajo de documentación y contacté con mucha gente que había estado en ese pase. Y la verdad es que nos enamoró el proyecto desde el principio.

¿Y en realidad hubo mucha leyenda en su estreno?

-No, en absoluto. Fue un momento muy fronterizo, la vieja dictadura estaba empanzando a debilitarse y la película se cogió como un símbolo de que se podían hacer otras cosas. Para aquellos jóvenes de aquella época fue una forma de que se podía luchar contra el régimen a través de la cultura.

Una de sus preguntas en el documental es si una película puede cambiar el mundo. ¿Realmente cambió el mundo 'La naranja mecánica?

-La mayoría de las personas que he entrevistado me dicen que nunca lo habían pensado pero realmente fue así, nos motivó para ir un poco más allá. Fue una forma simbólica, como cuentan algunos de aquellos espectadores, de decir al régimen: tu puedes prohibir, pero nosotros estamos aquí para decirte que podemos ver este tipo de contenidos. De alguna forma, para ellos, la película cambió el mundo.

'La naranja mecánica' habla de represión, un tema que está muy vigente hoy en día...

-En aquella época, la conexión con España era muy directa. Para esos espectadores, ese órgano represor, ese estado que quiere coartar la libertad era una conexión que hoy lógicamente no se puede establecer como espectador actual. Pero la película tiene algo magnético, te puede gustar o no. Me hace mucha gracia porque mucha gente dice que no es su película favorita de Kubrick ni de la historia del cine, pero siempre te engancha. Yo no soy de esa generación que vio el estreno, pero para todos tiene una lectura diferente. Y eso es interesante porque pocas películas son tan poderosas como para acercarte a ella desde diferentes puntos de vista.

Malcolm McDowell, el actor que interpretó a Alex DeLarge, pone voz al documental. ¿Cómo consiguieron convencerle?

-Tengo que decir que ha sido un placer trabajar con él, el trato ha sido fantástico. Le contamos el proyecto a su representante. Se lo comunicó a él y desde el primer momento estuvo interesado. No la reivindica como un tótem en su vida, que lo fue, sino porque fue una película que llama a la reflexión. Él es muy intelectual .

¿Kubrick fue alguna vez consciente de lo significó su película?

-Precisamente le hice esa pregunta a Malcolm y me dijo que él pensaba que no. Probablemente, le hubiera encantado que su película hubiera ayudado a cambiar un poco la historia del mundo, la vida de un espectador...

Ha comentado que al director estadounidense no le gustó nada que se estrenara en Valladolid.

-Fue una carambola, la Seminci había cambiado de ser un festival religioso a un festival de valores humanos un poco antes, el régimen estaba debilitado y la Warner presionaba para que se estrenara en España porque se preveía que iba a ser muy taquillera. Dicen que a nivel mundial consiguió el mismo éxito de taquilla que La guerra de las galaxias. Y para la Seminici era un bombazo estrenarla. Kubrick se opuso al estreno porque no le convencía, las condiciones no eran las adecuadas, pero lo pelearon mucho. A través de una triquiñuela, el director Carmelo Romero consiguió engañar a Kubrick para estrenarla en la Seminci, cuatro años después de su presentación a nivel mundial. Dijo que se iba a proyectar en la universidad y no se hizo, hubo un falso aviso de bomba al que Romero no dio importancia y continuó con la proyección...

¿Y para usted? ¿Qué supone 'La naranja prohibida?

-Para cualquier director es un reto poder adentrarse en el universo de La naranja mecánica de Stanley Kubrick desde una perspectiva inédita. Si, además, lo haces de la mano de un grupo de personas apasionadas por el cine que fueron capaces de llevar el espíritu transgresor de la película a la España franquista, convencidos de que el mundo puede cambiar gracias al efecto de un rayo de luz en la oscuridad, ese reto se convierte en todo un sueño.

"Gracias a unas triquiñuelas se pudo estrenar en Valladolid en 1975, cuatro años después, a pesar de la censura franquista”