Desde su Colombia natal a la norteamericana Berklee College of Music gracias a la beca Latin Grammy, y de ahí a empezar a conquistar escenarios de medio mundo. Jesús Molina va sumando pasos a su camino profesional, una senda en la que no deja de recibir elogios. Ahora llega a la capital alavesa dentro de una serie de actuaciones que está desarrollando al piano -aunque también toca otros instrumentos como el saxofón- junto a Guy Bernfeld (bajo) y Jorge Pérez (batería). La programación del Dazz le espera este miércoles.

Llegan a Vitoria dentro de una gira que está recorriendo toda la península.

-Todos estos días están siendo increíbles. Conectar con la gente de aquí está siendo todo un privilegio para mí.

Eso a pesar de que la situación sanitaria siguen siendo complicada, aunque los conciertos están empezando a asemejarse a los de antes de la pandemia.

-Lo estamos viviendo poco a poco. Ves que la gente ya se está atreviendo a salir más de sus casas para disfrutar de la oportunidad de sentir la música en vivo. Obviamente estamos actuando siempre con todos los cuidados y respetando todas las medidas que hay en cada lugar con respecto al covid. Pero más allá de esto, me es impactante poder ver de nuevo al público y tocar frente a personas. Poco a poco.

Es verdad que suele hacer tutoriales ‘online’ y demás, pero el contacto con el público es otra cosa, ¿verdad?

-Absolutamente. No cambiaría por absolutamente nada la sensación de actuar frente a la gente. Es otro mundo poder tocar para el público.

En el caso de su actuación en Dazz, que es la primera vez además en Vitoria, ¿que se va a encontrar el público que acuda?

-Más que música virtuosa, más que música experimental, lo que van a encontrar es a un grupo de amigos pasándola bien tocando música.

Que no es poco.

-(Risas) Lo más importante es la alegría y el gozo que esta música trae como energía básica. Y llevaremos un invitado especial, que es el guitarrista cubano Jose Irarragorri, que nos deleitará con sus composiciones también. En el repertorio tendremos de todo, pero la gran mayoría composiciones mías.

Siempre que se habla de usted se pone sobre la mesa que es un joven valor, una promesa con mucho futuro y estas cosas. ¿Cómo lleva este tipo de cosas?

-Es una hermosa responsabilidad. Seguir el legado del jazz, sin importar el dónde, es lo importante.

Puede sorprender que a músicos jóvenes como usted les llame el jazz y no otros géneros tal vez más actuales o masivos.

-Es verdad, puede parecer así. Para mí es un medio para liberar muchísima energía. Todos los días estamos tocando las mismas canciones pero todos los días las tocamos muy diferentes. Eso es el jazz. Hoy nos va a salir de una manera el concierto que mañana no va a ser igual. Imposible. En Vitoria tocaremos como en ninguna otra parte. El espacio para la creatividad que te ofrece el jazz es lo que para mí no tiene precio.

Pero seguro que tiene sus influencias de otros pianistas.

-Si tuviera que dar dos nombres, serían los de Oscar Peterson y Chick Corea. De hecho, este show está en esa combinación. Es verdad que puede parecer una combinación de extremo a extremo, pero es que precisamente de eso se trata. Consiste en mirar a la musicalidad de Chick Corea y el virtuosismo de Oscar Peterson. Por supuesto, haciéndolo desde el hoy.

¿Planes para 2022?

-A nivel profesional nos espera un año de mucha producción musical en término de álbumes. Necesito entregar mucho material, la verdad (risas). Va a ser uno de los años más intensos en este sentido para mí. Claro, a eso habrá que añadir las giras que están previstas y que seguirán saliendo.