Puede ser en un txoko. En una casa de juntas. En una bolera. O donde toque. La falta de espacios convencionales para las artes escénicas no es un impedimento. Es más, una de las características que define siempre el trabajo de Pez Limbo es esa tendencia a "sacar el teatro del edificio del teatro", como explica Eduardo Hernando. AntzokOH! es un buen ejemplo de ello. Junto a otras compañías y artistas del territorio, como El Mono Habitado o Altraste Danza, se está llevando a cabo estas semanas una propuesta que quiere llegar a diferentes poblaciones de Álava, sobre todo a las menos pobladas. No se trata solo de representar. También se propicia el encuentro y el diálogo con los espectadores, públicos diferentes y diversos.

Salinas de Añana y Elvillar piden paso este fin de semana. Elorriaga y Treviño pondrán en breve. Serán los últimos pasos de una primera edición que ya ha transcurrido en Aramaio, Ordoñana y Gillerna. Ya habrá tiempo para evaluaciones más profundas, pero las sensaciones "están siendo buenas; hay mucha gente que incluso te agradece que vayas", comenta Hernando, sin perder de vista "que en estos encuentros hay un intercambio mutuo del que nosotros también sacamos cosas", añade el actor Txubio Fernández de Jáuregui, que ha realizado el papel de dinamizador en alguna de las citas ya llevadas a cabo. "Tendemos en general a que la gente venga a nuestro hábitat para vernos actuar, pero es muy interesante ir a su hábitat a trabajar; hace, entre otras cosas, que las relaciones se humanicen más".

En ese diálogo escénico y vital está siendo fundamental el trabajo desde las cuadrillas alavesas, parte implicada también en un ciclo que cuenta con el apoyo del Gobierno Vasco, la Diputación y Fundación Vital. "Es una propuesta muy interesante porque ofrece obras que se salen de lo convencional, son montajes en formatos diferentes y, además, nos da la posibilidad de que la gente hable con los intérpretes después", describe Marivega López de Arbina Sáez, coordinadora sociocultural de la Cuadrilla de la Llanada Alavesa. Más allá de que existan detalles a evaluar y mejorar de cara a próximas ediciones, como ella misma explica, "se trata de sembrar, de llamar la atención de quienes no suelen acudir a este tipo de citas" y de contar con otro tipo de iniciativas culturales que vayan más allá de lo que ya se sabe que funciona.

En este sentido, Hernando pone en valor, además, que el ciclo está sirviendo para generar redes de relación entre los agentes del territorio no ya para dar continuidad a este proyecto, sino también para ser base para otros. En el caso de AntzokOH! "buscamos sobre todo ir a pueblos pequeños para juntarnos con la gente como antaño, alrededor del fuego, y contar y contarnos". Todo ello en un formato que sigue en cada lugar la misma estructura formal. Se representan dos piezas cortas, de unos 20 minutos. "Hemos intentado que siempre haya una obra con una narrativa más convencional y otra menos habitual, por así decirlo". Después, se abre el momento de la conversación, el debate, las preguntas. "Ya sabes, empiezas hablando de lo que se ha visto y terminas hablando de lo que le pasó el otro día al dueño de las vacas de allí", ríe Fernández de Jáuregui.

En esta primera experiencia, la actividad se está concentrando en esta última parte del año, aunque la idea pasaría por extender la programación por el resto de meses, salvo verano. "Es algo para la población de cada pueblo", no para quienes están solo en un momento puntual. En cada lugar seleccionado, primero se elige las instalaciones más adecuadas para la representación y luego los montajes que se adecuan de mejor manera. "Vamos aprendiendo", dice Hernando. Y en ese aprendizaje, todo suma y ayuda para que el teatro llegue, incluso, al txoko.