Aunque ha pasado ya tiempo, el recuerdo permanece. Las fotografías que Endika Portillo realizó entonces, en aquella primera década de este siglo, pueblan hoy los pasillos del Conservatorio de Danza José Uruñuela. Sin olvidar el libro que se editó con esas imágenes tomadas durante muchos meses de trabajo cámara en mano entre las clases del centro municipal. Pero las hojas del calendario no se detienen, los años pasan y los caminos discurren por otros lados. Siempre con la idea de reencontrarse, claro. De hecho, ahora lo hacen para dar forma y fondo a una propuesta muy especial en la que además se ha implicado al estudio de diseño gráfico Mooneki. Todo queda en el escenario de Vitoria.

De la mano del AMPA del conservatorio, es tradicional que cuando asoma un nuevo año se haga un calendario para el siguiente que cumple también la función de ser retrato de todas aquellas personas que van dando vida al Uruñuela. Hasta hace no mucho, la fórmula era sencilla de explicar, es decir, fotos de grupo. Pero en marzo de 2020 llegó la pandemia y, tras el confinamiento, un estricto protocolo para la vuelta a las aulas. Así que había tres posibilidades: no hacer nada; repetir idea pero sin perder de vista las mascarillas y las distancias; o ponerse creativos en cuanto a las formas y los fondos.

“El reto era adaptarnos a los condicionantes al tiempo que proponíamos algo diferente, algo que después de un año tan duro, aportara un poco de normalidad. Queríamos que toda la gente del Uruñuela, también las familias, tuviera un buen recuerdo en un año pésimo. Además, el momento covid no solo era para el conservatorio, sino también para nosotros y nosotras, que necesitábamos un proyecto bonito en el que volcarnos”, explican Endika Portillo y Nerea Durántez, que justo ahora están repitiendo experiencia tras lo vivido hace doce meses. “Fue un esfuerzo muy fuerte que mereció la pena; eso sí, esta vez ya vamos con esa experiencia y todo está siendo más ágil”, más allá de que la propuesta gráfica para el calendario de 2022 será distinta.

Protocolo en el set

“Lo primero que nos preocupó el año pasado fue establecer un protocolo de actuación para que esto fuese viable. Necesitábamos un aula grande para poder montar el set en las instalaciones de la escuela. Las niñas y niños entraban guardando las distancias y con la mascarilla, e iban pasando de una en una”. Era el único momento en el que poder quitarse la mascarilla, previa desinfección de manos. Tomada la imagen, todo se limpiaba. “Es muy emocionante porque, y nos ha pasado ahora también, hay profesoras que nunca han visto la cara del alumnado más pequeño”.

Hace doce meses fueron 205 estudiantes. Ahora, por el incremento en la matriculación, 225. Personas, posturas, perspectivas, composiciones. Son muchos los factores a tener en cuenta. Tantos que para poder recoger a todas las clases se editan dos modelos de calendario. “Es un proceso contundente, lo que pasa es que luego ves el resultado y se te pasa todo”. Dentro de unas semanas estará el fruto de esta segunda experiencia. Ojalá dentro de doce meses se sigan generando buenos recuerdos pero en tiempos más fáciles.

Hace justo doce meses, “queríamos, después de un año tan duro, aportar un poco de normalidad”, una idea que ahora se repite

Más de 200 personas de distintas edades toman parte en la iniciativa impulsada por la AMPA del centro formativo y cultural