- Almudena Grandes, autora de novelas que han marcado un hito en la historia de la literatura española, murió ayer tras no superar el cáncer que le diagnosticaron hace casi dos años. Ella hizo pública su enfermedad hace poco más de un mes y se mostraba totalmente optimista sobre su recuperación. Anunció que durante los meses duros de su enfermedad la escritura había sido su mejor terapia. También dejaba entrever que estaba dando los últimos toques y corrigiendo un nuevo libro. Sus retratos sociales eran tan duros como certeros, era una escritora que daba voz a los perdedores. “En el fondo los perdedores somos mayoría”, solía comentar cuando salía el tema.

Tenía previsto terminar la saga Episodios de una guerra interminable en Euskadi, en Eibar para ser más concretos. Era el sexto libro de esta historia y después no sabía en qué aventura se iba a embarcar. No quería hablar de su futuro inmediato cuando presentó el año pasado el penúltimo volumen de esta colección: La madre Frankenstein: “Cuando hablas de algo con mucha anticipación, se puede gafar y no sé si cuando llegue el momento, lo que ahora tengo pensado escribir me gustara”. Esta saga está compuesta también por Inés y la alegría; El lector de Julio Verne; Las tres bodas de Manolita y Los pacientes del doctor García.

En la última entrevista con GRUPO NOTICIAS hablaba de sus inicios y su sonrisa era inevitable a la hora de hablar de Las edades de Lulú, su primer libro publicado y con el que ganó el premio Sonrisa Vertical. “El año pasado (2019) cumplió 30 años este libro, parece mentira, pero ese es el tiempo. ¡Quién me lo iba a decir!”, señalaba en febrero de 2020. Confesaba que escribir siempre estuvo en su ADN, pero nunca pensó en convertirse en un referente de la literatura. “Lo de referente es mucho decir, no hay que pasarse. Me gusta mi oficio y algunas historias que he escrito, incluso me han gustado mucho a mí”.

Ella describía su trayectoria como una evolución continua. “Con Las edades de Lulú fui escritora erótica; con Malena es nombre de tango fui escritora femenina; cuando publiqué Los aires difíciles me convertí en escritora decimonónica...”. Con la saga Episodios de una guerra interminable se convirtió en una cronista de una parte de la historia del siglo XX. “Se trata de dar vida a esos capítulos que han pasado desapercibidos y que tienen relación con nuestras vidas actuales”.

Era una mujer directa, no se callaba nada y tenía los pies en el suelo. No rehuía ninguna pregunta y se sentía muy orgullosa de todos los libros que había publicado: “Te pueden gustar más o menos, te pueden dar ganas de coger el lápiz rojo y corregirlos, pero nunca renegaría de ellos”, señalaba al repasar su trayectoria. Su sinceridad en cuestiones políticas le hizo estar en el ojo del huracán en más de una ocasión.

En el día a día, decía sentirse muy maruja, pero sacaba este calificativo de su versión más peyorativa y divagaba por sus lugares felices. Uno de ellos era Rota (Cádiz), el lugar al que se iba en cuanto podía y olvidaba el ajetreo de Madrid: “Es en ese sitio en el que me siento realmente yo. Lo disfruto y me gusta ser muy cotilla y enterarme de todo. Con una bata y unas chanclas estoy feliz. Me meto en la cocina y empiezo a guisar para todos mis amigos que me quieran visitar”, comentaba encantada de tener un rincón en el que se olvidaba de casi todo menos de escribir. Era frecuente verla en compañía de su marido y de Joaquín Sabina y otros amigos por localidades cercanas como Puerto de Santa María o Barbate.

Desde 1994 compartía su vida con el poeta y novelista Luis García Montero. Una pareja que destilaba pasión por la cultura y también por la política. “Mira, en casa pueden flotar los egos de los dos, pero en despachos diferentes. Escribimos en habitaciones diferentes y paramos para comer o para estar con los hijos. No nos disputamos nada entre nosotros, no hay egos excesivos ni celos profesionales. Afortunadamente compartimos las mismas pasiones, los mismos amigos y las mismas ganas de vivir”.

Varias de sus obras, novelas y relatos, han sido adaptadas al cine y a la televisión: Las edades de Lulú (Bigas Luna); Malena es nombre de tango (Gerardo Herrero); Aunque tú no lo sepas (Juan Vicente Córdoba); Atlas de geografía humana (como miniserie chilena); Atlas de geografía humana (película de Azucena Rodríguez) y Castillos de cartón (Salvador García Ruiz). Con cada libro, la escritora era fiel a su cita con Bilbao. Se había convertido en amiga y era fácil ponerse en contacto con ella, nunca decía que no, siempre estaba ahí, hasta ayer.