Creaciones de corta duración en cuanto al tiempo se refiere que sean pensadas por compañías y artistas locales para ser compartidas en aforos pequeños y espacios que no sean habituales para las artes escénicas. En pocas palabras, así se puede definir la sección Off Lokal, que el Festival Internacional de Teatro de Gasteiz viene desarrollando desde hace ya varias ediciones. Este 2021 no es una excepción. De hecho, en octubre tuvo lugar la primera parte del cartel diseñado, la referente a las producciones realizadas en euskera. Ahora le llega el turno a las piezas preparadas en castellano. Eso sí, como pasó hace un mes, quien no tenga ya su entrada en la mano puede ir despidiéndose porque no queda un pase desde hace semanas.

Hay que tener en cuenta que en cada una de las ocho sesiones que se van a llevar a cabo entre mañana y el domingo solo caben 30 personas (el 80% del aforo máximo) y que el presupuesto existente impide poder organizar más representaciones. A la espera de que eso pueda ir cambiando a futuro -tanto en lo que se refiere a las cuestiones derivadas de la pandemia como a lo relacionado con el tema económico-, en estas jornadas sin descanso se van a estrenar Una historia de estos tiempos de Ékoma Teatro, La madre del cordero de Kolectivo Monstrenko, y La buena letra de El Mono Habitado. Éste es, además, el orden en el que se representarán en las citas que se producirán jueves y viernes a las 19.00 y a las 20.00 horas, y sábado y domingo a las 12.00 y a las 13.00 horas. El punto de encuentro con el público será la entrada del centro cívico Salburua, donde se usarán lugares poco frecuentes para hacer las representaciones.

En ese singular recorrido escénico, la primera parada será el encuentro con Aurelio y Justino, dos ancianos empeñados en no dejarse atrapar por las "políticas totalitarias" que viven en su residencia. Ambos serán interpretados por Javier Liñera y Aitor Pérez, también responsables de la dramaturgia.

Humor sí, pero sabor amargo también. Kolectivo Monstrenko presenta como segundo plato un montaje con "mala leche" que se pregunta qué hay detrás de esos productos industriales que cada persona consume cada día sin preguntarse por cómo se han obtenido y quién los ha realizado. Todo ello de la mano de Andrés Bezares bajo la dirección de Jasón Guerra.

El postre es feliz. O no. El Mono Habitado (Begoña Martín Treviño y Raúl Camino) siguiendo su "manera de hacer pero diferente" reflexiona en una obra "muy comprometida emocionalmente" sobre ese derecho con el que se creen quienes mandan para modificar la vida de los seres humanos en aras a garantizar su supuesta dicha. Todo ello contado, como las otras dos piezas, en unos 20 minutos. En poco tiempo, en realidad, se puede contar mucho.