- A sus 74 años, el Premio Princesa de Asturias de las Artes que recibirá el viernes la artista serbia Marina Abramovic la sitúa “en un momento especial” de una vida dedicada durante más de cinco décadas a trabajar por el reconocimiento de una disciplina como la performance que, en sus inicios, ni siquiera se consideraba una forma artística y que nadie entendía, ni su familia ni sus profesores. Tras una carrera en la que se mutiló el cuerpo, se desnudó o permaneció impasible frente a una pistola cargada, Abramovic asegura sentirse representante de una generación que, a partir de la década de los años 70 del pasado siglo, impulsó las artes performativas y en la que, además, era la única mujer. “Me llevó mucho tiempo que este arte fuera reconocido”, subrayó.

En un encuentro con periodistas un día después de su llegada a Oviedo para recibir un galardón que la reconoce como una de las creadoras contemporáneas “más emocionantes” y por la valentía con la que se entrega a su público, la “soldado del arte” como ella misma se autodefine ha recurrido a una frase de Gandhi para resumir una trayectoria que la convirtió en una estrella mediática.

“En primer lugar me ignoraron, luego me dieron permiso, luego lucharon contra mí y luego gané. Pero hacer esto lleva toda una vida”, apuntó tras admitir que en sus inicios, después de una infancia en Belgrado marcada por unos padres comunistas y unos abuelos religiosos, nunca pensó que sus creaciones se mostrarían en los principales museos del mundo, “pero creía en lo que hacía”.

Nadie en su entorno entendía una forma de arte -”me decían que no lo era”- que la llevó a salir ensangrentada de una de sus primeras representaciones tras poner a disposición del público distintos objetos para interactuar con ella, pero, afirmó, “nunca” tiró la toalla ni se rindió. “Si alguien me dice no, es simplemente el comienzo. Si veo un muro delante sigo mi camino y lo atravieso”, dijo Abramovic que, entre risas, recordó que las primeras críticas negativas que recibió no le afectaron “en absoluto” y que, desde muy joven, se hizo “inmune” a ellas para que “nada” la derribara de sus convicciones.