enemos necesidad de las historias porque somos historias. Propias, compartidas, inolvidables, eternas... Cuando las series dejaron de ser las hermanas pobres del cine y los libros no eran bastantes para nuestra adicción, las historias se hicieron mayores. Entre lo último visto está la fallida Nine perfect strangers, emitida por Amazon Prime y basada en la novela de Liane Moriarty (a quien también debemos la arrolladora Big little lies), con Nicole Kidman en el papel de gurú a cargo de un apartado lugar al que acuden nueve personas a reparar sus almas y cuerpos dañados por frustraciones y soledades. ¿Cuándo se percató Kidman de que esta no era su historia? Demasiadas vidas para un solo cuento dentro de un churro realizado con insultante racanería.

De la segunda temporada de The Morning Show, de Apple+, cabe decir lo contrario. Es una producción lujosa y con los justos ingredientes (sutil acoso sexual, lucha de poder y mujeres al límite) para erigirse en uno de los éxitos de la temporada. Asistimos al estreno de Jennifer Aniston como actriz dramática, después de una carrera de insulsas comedias. Su alter ego, Reese Witherspoon, otra que empezó haciendo de rubia tonta, le da debida réplica en un relato que fusiona el fenómeno del #MeToo con las ambiciones de la alta televisión informativa. Reese y Jennifer bordan sus personajes y se apuntan a ganar dinero asumiendo el rol de productoras ejecutivas. Ambas figuran en la lista Forbes de las más ricas.

Está al caer la nueva temporada de Succession, un hechizante relato. Amenábar se está luciendo con La Fortuna, en Movistar+, en busca de viejos tesoros y nuevos piratas. Y esperamos la serie nacida del libro de Pilar Eyre, Yo, el rey, sobre cómo el emérito amasó su delictiva fortuna. Debería titularse Historia de la impunidad, porque en esta se fundó su miserable rapiña.