urante mucho tiempo, demasiado, el dolor físico y emocional viene acompañando a Jennifer Custodio. La instalación Mi colección bucólica: todo lo que quise y nunca tomé que la artista vitoriana presentó en Madrid en 2019 gracias una residencia artística concedida por el Instituto de la Juventud (Injuve) fue un primer reflejo de cara al público de una vivencia que en demasiadas ocasiones se ha encontrado con la indiferencia de los otros, cuando no el desprecio.

La ironía jugó entonces su papel, incluso en una clausura en la que se invitó al público a dar buena cuenta de toda la comida que conformaba la pieza. Esta vez, sin embargo, No estoy bien ha sido un contundente reflejo de la dureza del momento,No estoy bien un proyecto creado y presentado a los espectadores en muy poco días, una instalación que tras ser mostrada en Vitoria sigue teniendo un amplio recorrido en las redes.

En realidad, Custodio tenía previsto compartir este pasado mes de septiembre otro proyecto fotográfico -relacionado con una pulpería- en su ciudad natal como parte de la muestra colectiva montada en el Centro de Exposiciones Fundación Vital con los ganadores de 2020 del certamen Arte Vital, algo que no se pudo hacer cuando correspondía, hace doce meses, por el covid. Pero en el último momento, la artista -que de un tiempo a esta parte reside en A Coruña- cambió de propuesta.

Pocos días antes de la apertura, fue operada en la capital alavesa de endometriosis, una “enfermedad silenciada” que se sigue considerando “benigna, que es algo que me sigue enfadando mucho. Es muy dura. Hay chicas que han muerto o a las que les han quitado el intestino o que funcionan con catéter, por ejemplo”.

Mujeres que, además, en muchos casos han sufrido la indiferencia o la incomprensión tanto del ámbito sanitario como de la sociedad en su conjunto, más allá de que en los últimos años se hayan creado asociaciones de mujeres afectadas o que se hayan hecho públicos casos de personas conocidas como Alexa Chung. “Si fuese una enfermedad que afectase más a hombres, se investigaría más”, tiene claro la artista, al tiempo que recuerda a ese internista que una vez le dijo que era una hipocondríaca. “O escuchas que los dolores se te van a pasar cuando tengas hijos o que, en realidad, son normales en cualquier mujer”.

Aunque la operación le daba miedo, se llevó sus cámaras al hospital. “Siempre tengo que documentar todo. Muchas de las imágenes las hizo mi pareja porque obviamente yo no podía. No estaba ni para levantarme, pero quería sacar estas fotos”. Y ahí es cuando la pieza empezó a tomar forma y fondo. “Funciono mucho por impulsos. Estaba tan mal que pensé que no tenía sentido mandar a mi pareja con todo el material del otro proyecto para montar la instalación que estaba prevista para Arte Vital. Dije: si me encuentro mal, ¿por qué no digo que estoy mal? ¿por qué lo tengo que ocultar? No quiero tener que pedir perdón por no estar bien”.

Así que a modo de “certificado de que estoy enferma”, toda la instalación nació sobre la marcha. En Sistemas Arco se imprimió la imagen del cuerpo de Custodio y las huellas de la operación. Junto a la fotografía, sobre una silla se dejó la bata que la artista se llevó del hospital, manchas de betadine incluidas. “La necesitaba como recuerdo y eso que las odio”. No quiso olvidarse tampoco de las medias de presión que tuvo que usar, aunque puso unos zuecos que no son los que de verdad usó durante los días de hospitalización por temor a que desapareciesen. Todo ello se completó con la puesta a disposición del público de unos sobres con el membrete de Osakidetza en los que se recoge un informe provisional del servicio de ginecología del HUA y un texto de la propia creadora.

Sabedora de que el resultado de la instalación es duro, “el día que se tomó la imagen no fui tan consciente de eso. Puede ser incluso nauseabunda y chocante para mucha gente”. La reacción de quienes han pasado por el espacio expositivo de Fundación Vital durante esas semanas es una incógnita para ella. “Supongo que habrá quien habrá pasado directamente”. Lo cierto es que la fotografía de su cuerpo operado también se ha difundido a través de su perfil de Instagram, red, por cierto, que censuró en un primer momento la imagen al ser un desnudo. “Subí la imagen solo para mostrar que estaba mal, que no podía contestar mensajes”. Pero las reacciones fueron inmediatas y muy numerosas.

A día de hoy, de hecho, se ha compartido la fotografía más de 158.000 veces. “Me ha escrito muchísima gente, también muchísimas mujeres diciendo que también habían pasado por lo mismo o por situaciones similares. Y muchas cuentan que han tenido miedo a decir que padecían esta enfermedad o simplemente que se sentían mal o tenían dolores. Yo quería dar a conocer la enfermedad y decir que estoy jodida”. Son las dos motivaciones de un proyecto artístico que es imposible que genere indiferencia. O no debería.

A la espera de poder regresar a A Coruña, Custodio sigue aquí, por supuesto, con todo el proceso post-operatorio. “En algún momento recuperaré la pieza de la pulpería y me gustaría traerla a Vitoria, pero he sentido que No estoy bien era algo muy necesario. Lo hice porque me apetecía y me salió del corazón. Ni me imaginaba que iba a generar todo el feedback que sigo recibiendo. Es algo que me ha hecho empoderarme más. Así que si puedo seguir haciendo algo desde el arte para darle a la enfermedad la importancia que tiene, seguiré para ayudar a otras personas”.

Eso sí, le esperan otros proyectos, una beca de creación en Salamanca, su tienda vintage online, y más colaboraciones. Sin perder de vista que ha aprovechado su vuelta a Gasteiz para reencontrarse con Gala Knörr y tomar varias imágenes de la reciente exposición de su compañera en Montehermoso.

‘No estoy bien’ es el título de una pieza hecha en los días posteriores a la operación por endometriosis a la que ha sido sometida la creadora

A pesar de la censura inicial en Instagram, la imagen se ha compartido ya más de 158.000 veces y ha generado infinidad de mensajes