- Este piloto, actor, médico y cocinero argentino que aplica la filosofía del do it yourself desgrana en sus monólogos algunas de las situaciones que más temor generan a través de su mirada de altos vuelos. El aviador que predijo el accidente de la aerolínea Lapa en 1999 -ocurrido dos meses después de que dimitiera- es, curiosamente, un firme defensor de la seguridad de los aviones. Acompañado de su perspicaz ironía, aterriza hoy en el Teatro Campos Eliseos para ofrecer una versión actualizada del espectáculo Volar es humano, aterrizar es divino.

Dicen que ha llegado a Bilbao pilotando su propio avión. ¡Eso sí que es una bilbainada!

—No conocía esa expresión, pero la voy a adoptar. Conocía la de que era una argentinada. En realidad es más una necesidad. Llevamos un simulador que es de escala real de un Boieng de más de 1.000 kilos de carga y lo ponemos en el escenario. Embarcar eso en una línea aérea es muy complicado. Soy un fanfarrón pero por otros motivos.

¿Por cuáles?

—Siempre creo que soy fantástico y no entiendo por qué todo el mundo no me quiere instantáneamente. Evalúo que hago las cosas mucho mejor de lo que las hago.

Lo cierto es debe ser bueno en lo que hace si ello le ha permitido comprar un avión.

—Eso está más relacionado con mi capacidad inversionista. Me he dado cuenta de que todos los consejos financieros de los expertos son mentira: hacen creer a la gente que cuidar su dinero es algo que deben hacer expertos y no ellos.

¿Es mejor que cada cual gestione su patrimonio?

—Requiere sentido común y educarse en leer un balance, un informe de rentas y conocer lo que hacen las empresas. Si eres usuario de un iPhone entiendes que ese es un producto que te sirve, tiene futuro. La ecuación es simple. Es como que te compres un ladrillito de esa empresa, en vez de productos mágicos que te aconsejan en un banco.

Entonces no está a favor de los intermediarios.

—Así es. Por eso me encanta el blockchain. No estoy a favor de que la gente tenga que recurrir a expertos para hacer lo que todo el mundo sabe hacer. En Argentina, por ejemplo, la declaración de la renta la tiene que hacer un contable. Lo mismo con la salud. Tu responsabilidad es elegir bien al médico y mantenerte saludable, e ir al médico eventualmente, cuando enfermes de verdad. Nos hacen creer que somos mucho más indefensos de lo que somos.

En su espectáculo habla de los fallos en la comunicación diaria.

—Sí, atiendes al teléfono y te preguntan si puedes hablar. Obvio. ¿Qué pregunta es esa? Una vez leí un titular que decía: Murió la perra de Paulina Rubio. Lo puedes leer de muchas formas, incluso como un anuncio fúnebre. Vale que no te caiga bien, pero trátala con más respeto. Empiezas a leer y ves que efectivamente se refiere a un can: El representante confirmó que la muerte ocurrió... ¿el representante de quién? Es todo muy confuso.

¿Y afecta la inclusión de la tecnología en la comunicación?

—Sí, y además te corrige un algoritmo. O la información te la da un algoritmo. La tecnología hace que cueste mucho más objetivar la información. Está el estudio de la Universidad de Oxford. Sí, pero la de Cambridge la desmiente. A ver quién pagó uno y otro: el de Oxford la industria petrolera y el de Cambridge, Tesla. Todo es así.

‘Volar es humano aterrizar es divino’. ¿Qué quiere decir con el título de su espectáculo?

—Es una ironía sobre cuánto miedo tiene la gente a volar y cuánto miedo nos instigan al vuelo. Un avión es uno de los lugares en los que más seguro estás. En la gestión de riesgo de la aviación se han logrado resultados que no son humanos. En 2017 volaron 4.000 millones de pasajeros, se hicieron 38 millones de vuelos y no murió nadie a bordo. Ese mismo año murieron 225 personas cazando pokémones. No hay una lógica. Todo el cine de catástrofes se hace con aviones y tiburones. El único motivo para tener miedo a un avión es si ves un mosquito, ese sí te puede matar.

Es significativo que diga eso porque, siendo lo contrario a temeroso, predijo la catástrofe de la aerolínea Lapa en 1999.

—Si se trasladara la gestión del riesgo en la aviación al mundo en superficie sería un lugar mucho más vivible, apacible y armonioso. Logramos índices de trabajo en equipo, de despenalización del error...

¿En qué lo percibe?

—En una carretera en Madrid veo que en los próximos cinco kilómetros hay una zona de concentración de accidentes, ¿esto es prevención? ¿Qué hago? ¿Cruzo los dedos durante cinco kilómetros? En cambio, ¿aterrizarías en una pista que diga pista de concentración de accidentes? Jamás. ¿Cómo que curva peligrosa? ¿Por qué el Estado haría una curva peligrosa? Que haga una que no lo sea. Eso en aviación no existe.

Su ‘show’ se renueva cada año en relación a lo que ocurre en el mundo. Su última vez en Bilbao fue en 2019; es decir, en otra vida.

—Sin duda. Hemos visto cosas insólitas: no se pone la vacuna a las embarazadas porque es peligrosa y se da la vacuna a las embarazadas. ¿Qué parte me perdí? Es como si después de aterrizar te digo: Aja, se podía aterrizar, no hicimos las pruebas porque eran peligrosas pero al final el aterrizaje salió bien.

¿Cree que el coronavirus agudizará el miedo a volar?

—No debería. El personal de línea aérea tiene una tasa de incidencia de coronavirus mucho más baja y los protocolos son muy estrictos. En los aviones de última generación la ventilación es increíblemente superior a lo que era antes.

¿Qué es lo que da miedo a Enrique Piñeyro?

—Que les pase algo a los seres que amo. Y las arañas muy grandes. Una vez se me subió una en un restaurante y vi que todo el mundo se levantó y se puso a diez metros en una fracción de segundo. Me quedé inmóvil con la araña en el brazo. Ahí me sentí muy valiente.

¿Qué relación tiene actualmente con su país?

—Es un romance conflictivo. Amo profundamente a la Argentina, pero ahora estoy de año sabático porque iban a estar encerrados de por vida y no estoy dispuesto. Tomé residencia en una de las ciudades que más me gusta del mundo, en Madrid.

“En 2017 volaron 4.000 millones de pasajeros y no murió nadie a bordo. Ese año murieron 225 personas cazando pokémones”

“¿Curva peligrosa? ¿Por qué el Estado haría una curva peligrosa? Que haga una que no lo sea. Eso en aviación no existe”